martes, enero 30, 2007

17 DE ENERO - DIA 12

HUMAHUACA CON SOL

Amaneció un sol espléndido... Nos levantamos más tarde que de costumbre. Fuimos a la plaza, paseamos un rato, compramos pan y fiambre y almorzamos en las escaleras, en un poquito de sombra que encontramos... el sol nos calcinaba y a la sombra estaba fresco como para mangas y pantalones largos. Nos habían sugerido también ir a la localidad de Coctaca, a ver unas ruinas. Averiguamos y después de mucho preguntar y que nos divagaran un poco (que hay un colectivo, que para allá, espérenlo... no, chicas, hay un solo colectivo y ya salió...), a media tarde conseguimos una camioneta que nos tiraba allí y luego nos pasaba a buscar de vuelta. En el camino (bastante complicado porque había habido mucha lluvia por los caminos), íbamos charlando con los otros pasajeros (gente de Coctaca) y se nos cagaron de risa, pues para ir a las ruinas teníamos que tener mucho más tiempo y además nos tenía que llevar alguien, que nos guiara, y no bajarnos en Coctaca y caminar, ya que no íbamos a llegar a ningún lado... Mucha opción de vuelta atrás no teníamos, así que decidimos quedarnos en la camioneta, bajarnos de todos modos y caminar por ahí, a ver qué tal era el paisaje... No había nada llamativo para ver, a decir verdad, sólo un par de casitas de adobe y piedra. Caminamos un trecho y volvimos hacia el punto en el que debíamos esperar para volver, una escuela gigantesca (los chicos viven allí de lunes a viernes, nos explicaron más tarde). Pusimos todo nuestro esfuerzo para llegar a las ruinas de todos modos, vimos a lo lejos una casita con gente y fuimos a preguntar. No funcionó... Nos dieron un precio muy alto y ya estábamos podridas de estar ahí sin saber qué hacer. Menos mal... Apenas salió la camioneta de esta casita, hizo unos metros y se le quedó el motor.
Esperamos la nuestra. Subimos todas a la caja. Fue muy divertido! El camino era complicado de piedras y pasos de arroyos, por lo cual los saltos eran tremendos como los de un samba y realmente había que agarrarse con mucha fuerza para no caerse con las zarandeadas! Un extranjero en una bici nos saludó un par de veces al cruzarnos... Después lo perdimos en la distancia.
Pies en el suelo firme otra vez. Preparamos el mate y nos fuimos a las escaleras nuevamente, compramos tortas fritas (unas con queso adentro!) e hicimos nuestra merienda allí. Nos hicimos un "amigo hippie" que primero se acercó por unos mates y después nos contó que él vivía en Coctaca hacía un par de años. También habló de la teoría de la guerra espiritual en la que el cree, mientras yo me hacía amiga de su perrito que se dormía en mi falda y después no se quería ir. Nos despedimos cuando empezó a bajar el sol y nos moríamos de frío (para ese entonces ya sólo éramos 2 en su auditorio...).
A la noche, habíamos planificado ir a otra peña: Aisito. A la tarde habíamos pasado por la puerta del lugar y nos había gustado mucho la onda. A la noche, estaba mucho mejor, con velitas en todas las mesas, los muebles y demás decoraciones hechas en cardón o madera, foquitos de luz de colores cubiertos con arpillera... Un grupo tocaba folklore, iban cambiando los instrumentos y los roles, había bailarines, que a veces también tocaban algún instrumento, y hasta hubo acrobacias con aro y telas. Como espectáculo, fue realmente hermoso, tanto en lo visual como en la música... Pero el escenario se comía a la gente, que se quedaba sentada, mirando y cantando... Sin bailar. Acá fue que entendimos que estar sentadas en algún lado, por más que fuera en el medio de la fiesta, nos daba sueño, nos íbamos quedando dormidas. Cuando el grupo dejó de tocar y comenzaron a bajar el volumen de la música, nos fuimos a dormir.

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