jueves, mayo 24, 2007

TEATRO: áRBOLES. Sonata para viola y mujer

Ya desde el título me atrajo. Logró llamar mi atención la breve descripción que leí en un sitio web. Una mujer solitaria, huérfana, y un "collage poético de palabras, imágenes, sonidos y movimientos".

Hacía frío, adentro de la sala también. Me dispuse a inmovilizarme en la butaca, como siempre que veo teatro. El espacio escénico era sencillo, minimalista... un recuadro delineado en blanco sobre el piso negro, pocos objetos dentro de sus límites. Pocos pero suficientes. Una iluminación oscura y tenue, que hacía infinita la oscuridad que nos rodeaba y gigantesca la sala. Hasta ese momento, creí que lo que iba a ver abriría puertas nuevas en mi mente...

La música me ponía en clima para dejar mis pensamientos a un lado y recibir sueños de otro para jugar con ellos... Una larga (muy larga) espera musicalizada. Y el personaje entra, se desviste y cambia sus ropas, se encierra en el recuadro del piso para no salir jamás. Ella también espera... y canta. Con un aire de copla se suceden palabras en su boca, algo de Cantata de puentes amarillos (si es que existe un tema que me persiga últimamente... es ése!) y yo ya estaba sumida en mis ganas de disfrutar un rato de locura ajena.

Otros personajes comenzaron a desdoblarse, uno en ella - un personaje extraño -, otro afuera (un padre que acompaña el discurrir con una música agradable y profunda)... Pero hasta ahí llegué! Hasta ese instante intenté entrar en la magia de lo que prometía la obra, creyendo que iba a ser cuestión de segundos, conociendo mi facilidad para sumergirme en este tipo de collages...

Sin embargo no fue así. O algo se interpuso entre la poesía y mi mente, o simplemente 45 minutos de pocas palabras y mucho silencio musicalizado no me sirvieron para entrar al juego. Me perdí. Mi mente viajó lejos, pero sola, sin la obra, fuera del teatro. Y cuando las escasas voces me traían nuevamente a mi butaca de primera fila, me costaba mucho volver a agarrar el hilo de la supuesta historia y me aburría. Cuando estaba a punto de dormirme, las luces se intensificaron y los personajes saludaron... todo había terminado.

Quedé con la impresión de que me faltaba una segunda parte que pudiera explicarme qué habían querido mostrarme... qué habían querido que pensara. Lo intenté con esfuerzo, pero sentí que no había tenido tiempo ni para sacar alguna conclusión; lo único que pude balbucearle a la amiga que me había acompañado fue: "es caro para $15 la entrada, no?"

Ella coincidió conmigo... pero por suerte no todos opinamos igual y el teatro independiente sigue evolucionando!

CINE: "El Otro"

¿Quién no ha fantaseado, al menos un momento en la vida, con ser otro? Otra persona sin esos problemas, sin esa familia, sin esos defectos... Otro que pueda volver a decidir...
Y esta peli de Ariel Rotter plantea más o menos eso. Y digo más o menos, porque en realidad no es tanto lo que lo presenta en la historia que vemos, es más lo que no vemos. Algo peligroso para una película! Sin embargo, me parece que estas vagas líneas existencialistas están bien manejadas. Lo que propone, si el espectador quiere jugar, comienza como un paseo ajeno pero puede terminar como uno propio.
El tiempo pasa y no podemos hacer nada para detenerlo, los caminos que elegimos hace tiempo nos van llevando casi sin que nos demos cuenta... y ahí es cuando la opción de adoptar otra identidad y la incertidumbre de lo nuevo, de lo distinto, se vuelven más tentadoras que nunca. Pero cuidado, pueden concretarse... y cambiar todo para siempre... o no.
Los temas son los que cada tanto nos pasan por la cabeza, sobre todo a quienes están pasando por alguna típica crisis de edad... nuestros padres envejecen, nuestros hijos nacen... y todo sucede a la vez. ¿Cómo manejar todo eso? ¿Cómo no querer, por lo menos un minuto, una hora, un día, ser otro?
Julio Chávez no descolla, pero sabe actuar y lo evidencia, se le cree. Aunque me quedé con ganas de más. Música y sonidos puramente ambientales ayudan a llevarnos a ese estado del fluir de nuestra propia consciencia. La fotografía realista y las cámaras que se quedan estáticas por momentos, o de a ratos siguen la acción desde un punto de vista casi objetivo, son ojos, son ventanas, son pinturas... toman bastante bien el papel de espectador que también tenemos nosotros. Eso me permite (por lo menos a mí) entrar un poco más en la historia, incluso en mi historia, y despegarme de la pantalla. Está bien, pero no sé si da para cine.
Quizás debería haberla visto otro día de la semana y no un lunes de bostezos y dolor de ojos.
Quizás debería haberla visto tirada en mi cama con un montón de golosinas. Quizás debería haberla visto en otro momento de mi vida no tan emparentado con una crisis.
Uno que juega a ser otro, y yo que miro su vida siendo la misma de siempre...

miércoles, mayo 02, 2007

Paseando por la Feria del Libro

Fui de paseo a la Feria del Libro. Cada año que voy olvido sistemáticamente la vez anterior y recuerdo aquellas ferias de cuando era más chica y me llevaba mi mamá, de la manito con mis hermanas. Esta vez fui con un amigo y nos tomamos nuestro tiempo para todo en pleno "domingo de rehabilitación" (sueño, resaca, tos o resfrío, cada uno sabrá...). Sin embargo, las 3 horas que tardamos en abombarnos y marearnos ahí adentro, no fueron suficientes para recorrerla. De hecho, creo que hasta nos quedó un pabellón entero sin ver. Si uno lo razona, no es tan impresionante, la Feria del Libro se precia de ser cada año más grande... hasta que en algún tiempo nos den pases por 2 días, que incluyan habitaciones para pasar la noche en el mismo sitio. Si esta vez hasta incluía una manga como de cancha de fútbol para pasar del hall central a los pabellones plagados de stands (yo que venía de haberme quedado varada en un vagón de subte media hora, cuando el viaje desde mi casa demora escasos 15 minutos, estaba feliz de ver otro túnel, por supuesto)... Y dije cancha para no hacer mención de las vacas a las que recordé cuando pasábamos por ahí. Obvio, si estábamos en la Rural!
Lo cierto es que a pesar de este tipo de detalles menores y de los tropiezos (sí, literalmente... algún que otro niño, alfombra, escalón, incluso paredes de stand) del comienzo, el paseo por la feria fue espectacular y tuve ocasión de leer, pensar y admirar muchas cosas. Hubo libros obviamente, comics, posters, fotos, música, videos... Aunque dejé la feria con menos bolsas que otras veces, menos revistas, folletos y señaladores, me llevé una linda tarde compartida de todas esas cosas bonitas y felices que tienen muy pocos de mis domingos.
No recuerdo que haya sido así otras veces, pero quizás no tengo muy buena memoria (bueno, quizás no, definitivamente) y no haré justicia con mi comentario, pero me pareció que las editoriales no ofrecían tantas promociones, o bien éstas no eran tan buenas, o bien los libros estaban al mismo precio que en todos los demás puntos de venta y yo cada vez tengo menos liquidez. Por eso también, aunque me quedaron un par pendientes, no me compré más que dos libros: uno para mí y el otro para regalar a mi santa madre, que pagué mientras los empleados guardaban los libros, cerraban los stands y la "voz en off" anunciaba el fin de la fiesta, que tan bien había amenazado dos veces cada 5 minutos durante el último cuarto de hora.
Llego a casa, habiendo pasado por una pizza con mi amigo, me reciben: "A ver qué te compraste?"; "Eso solo? Con dos bolsas te viniste nomás?"; "A vos sola se te ocurre ir a las 6 de la tarde"; "Ah, pero yo me volvía con las manos y la cartera llena de papeles y folletos y revistas... vos no trajiste nada!"; "Y eso para quién es? A mí no me compraste nada? Me hubieras traído una pavada..."; "Ah, qué bueno el que te trajiste para vos... no me lo regalás?"
Pequeñas anécdotas de la vida familiar...