jueves, enero 25, 2007

9 DE ENERO - DIA 4

RUINAS QUILMES

Nos despertamos todos para ir a las ruinas de los Quilmes a las 10, pues habíamos reservado la excursión. Me desperté con un poco de sueño y otro poco de mal humor (nada del otro mundo, típico en mí) que se me fue con el lavado de cabeza que me dí en la pileta de lavar ropa con agua congelada. Después de eso y de un desayuno todos juntos, salimos en el auto y la camioneta que habían venido para nosotros. Partimos hacia las ruinas. En la caja de la camio, el viaje estuvo divertido, con mucho viento.
Las ruinas de esta ciudad indígena están en un cerro que se llama Alto del Rey, a 20 km (siempre aproximados, calculo) de Amaicha. Entrada: $2. Hay un pequeño museo arqueológico ahí en la base del cerro, que puede visitarse para conocer diversos objetos que se han encontrado en las excavaciones del lugar. Pero lo que los ojos realmente buscan está afuera y se extiende por el cerro desde el valle hacia arriba, a casi 2000 msnm. Al entrar te cuentan, en una (muy) breve charla, la historia de sus antiguos pobladores… Allí vivieron y resistieron durante años a todos sus enemigos… hasta que llegaron los españoles, los sometieron e hicieron marchar a los sobrevivientes a pie hasta Buenos Aires, para después fusilar allí (en lo que ahora es la localidad de Quilmes, justamente) a quienes lograron hacer el viaje completo. La historia es fuerte, lo son también los restos del lugar en el que vivieron. Gracias a la gran reconstrucción realizada, es mucho más fácil de comprender visualmente y de imaginar cómo fue el modo de vida de su población… cómo eran sus casas de piedra, sus patios, fortalezas, caminos y morteros comunes. Impresiona y emociona si uno tiene una gran capacidad de imaginarse todo. Fuimos lo más alto que nos bancamos (el sol nos partía la cabeza!), por uno de los costados, hacia donde los quilmes tenían uno de sus miradores para vigilancia, desde donde se ve todo el camino hacia allí y la ciudad entera. Cuando fuimos bajando, cruzamos las ruinas centrales (que son las reconstruidas que salen en todas las postales) y caminamos un poquito más hacia el otro lado del cerro, por donde hay más ruinas pero no han sido reconstruidas. Toda clase de plantas crecen alrededor y por sobre las piedras, en especial de la familia de los cactus. Mis alpargatas quedaron agujereadas, así como mis pies. Pero no importaban las espinas, ni el calor abrasante del sol… la sensación de estar pisando el mismo suelo que aquellos guerreros antiguos, de aquel pueblo sufrido pero fuerte, valía todo lo que habíamos andado. En algún lado quedan sus espíritus para siempre… y yo creo que es allí, en esas piedras, en esas plantas y en ese cerro… para siempre cuidando su ciudad.

AMAICHA DEL VALLE, A MEDIA TARDE

La camioneta y el auto nos pasaron a buscar para regresar a Amaicha. Esta vez preferí el auto. Lo bien que hice! Los otros se quedaron a mitad de camino porque la camioneta dijo "basta" y no quiso más. Tuvieron que hacer dedo, a pleno sol y ni medio arbusto en la ruta. Mientras tanto, en el camping, yo aproveché la espera y caminé un rato para hacer mi ofrenda a la Pachamama, como había aprendido: hice un pozo en la tierra, deposité mi regalo con mucho cariño y humildad, le dije una oración y cubrí el pozo con piedritas, formando una especie de pirámide. No fue mucho, pero fue desde el corazón… todo lo que la Madre Tierra da, hay que devolverlo de alguna manera… Los que habíamos vuelto, nos cansamos de esperar y fumar, por eso nos fuimos para el lado de la plaza, buscando un lugar para almorzar. El que ya teníamos visto quedaba a una cuadra de la plaza, un quincho con mesitas, bastante amplio y prolijo. Almorzamos tamales y empanadas. Al ratito llegaron los demás y también almorzaron.
De vuelta en el camping, las chicas empezamos a ordenar todo, guardar la carpa y armar nuestras mochilas otra vez. Había que ir a la plaza a esperar el bondi que nos arrojara en Cafayate. Compramos unos alfajorcitos y un agua para acompañar la espera. Era el adiós a la provincia de Tucumán. Los chicos quedaban en Amaicha, iban a ir al Remate y luego nos encontraríamos nuevamente en Cafayate.

CAFAYATE

Bienvenidos a Salta! Una hora después de subir al micro, bajamos en la cuna de los viñedos y las bodegas, en Salta. Después de cuadras y cuadras desde la parada hasta el camping municipal, llegamos y fuimos a nuestro dormi. Abrimos la puerta y una nube de mosquitos salió de adentro. Debo decir que imaginábamos algo un poco más espacioso para 5 personas. Pero no! Apenas entrábamos en las colchonetitas de las marineras; yo, por otro lado, apenas cabía en el pasillo que iba a ser mi cama. Una vez que logramos ordenar el rompecabezas de mochilas y bolsos en aquel hexágono, pateamos hasta el centro y recorrimos un poco las calles y la plaza central. Es una ciudad hermosa, llena de luces y calles prolijas, cuyos nombres llevan el auspicio de alguna bodega local. Caminando se hizo la hora de la cena y buscamos un lugar. En una esquina de una calle que zigzagueaba encontramos un pequeño restaurant con precios muy adecuados a nuestro modus vivendi. Al lado y enfrente había carnicerías tradicionales, como las de antes, las que todavía se pueden encontrar en algún barrio de Bs. As. Cenamos y luego seguimos caminando. Reservamos una excursión a Quebrada de las Conchas para la mañana siguiente, y un rato después nos quedamos escuchando un par de temas de un grupo folklórico que tocaba en la plaza. Momentos más tarde volvimos al camping y a dormir… Bue! Un decir, nomás...

2 comentarios:

Serg dijo...

Me hiciste viajar desde que arranqué a leer el "DIA 1". Espectacular Pau...se esperan muy ansiosamente los capítulos venideros.

Besooo
Serg

P.D.: En el texto sobre las ruinas Quilmes, desde el "Pero no importaban las espinas (...)" tuve una buena sencion al leer eso, no la puedo explicar mucho...

Unknown dijo...

Pau, amazing!!!

No se como volviste... yo todavia estoy alla, jaja.

Kissesss. Your pupil, Claudio