lunes, marzo 17, 2008

VACACIONES: DIA 11

26 de Febrero
Atocha, Tupiza y Villazón – Bolivia


Super dormidos y con un frío terrible, nos levantamos en plena madrugada para llegar 5.30 a tomar el micro que nos llevaría hasta Tupiza. A duras penas calentamos agua para el mate, golpeamos todas las puertas del hostel para despertar al sereno y corrimos con todo y mochilas. Un inmenso olor a “absolutamente todo” nos invadió en el micro. Traté de no pensar y sólo dormí mientras las piedras y el ripio me acunaban.
En Atocha, a mitad de camino entre Uyuni y Tupiza, nos hicieron bajar del micro y nos avisaron que debíamos esperar hasta las 10.30, que saldrían camionetas para dejarnos en destino. Creo que rondaban las 9 a.m. Mientras comíamos galletitas y probábamos el intomable mate con agua casi fría de nuestro termo, hicimos migas con una chica, un médico y dos franceses, que venían viajando desde otros lugares de Bolivia. Todos juntos, casualmente, fuimos designados para subir a la camioneta en la que también entraron 3 personas más. Total de pasajeros:10 + conductor. Yo con mis humildes 163 cm, viajé incómoda, con el traste chato en el asiento improvisado de la caja de la camioneta, y el techo pegado a la cabeza… sólo resta imaginar a los más altos que iban ahí conmigo. Cada piedra era un golpe… y eran todas piedras…
Hicimos una breve parada en Salo, para ir al baño (al río, mejor dicho) y comer algo. Una chica y yo compramos pan casero y queso de cabra, para hacernos sanguchitos en la camioneta. Hice malabares con la navaja para abrir el pan y cortar el queso, finalmente estaba muy pero muy rico.
Pero la aventura del viaje no terminó en Tupiza. Digamos que recién comenzaba. Por el camino, por lo que iba preguntando nuestro conductor, nos enteramos de que el pueblo al que íbamos estaba con bloqueos… esto sería “piquetes”… Por lo tanto, la camioneta debería dejarnos en el camino, casi llegando a la entrada de Tupiza, poco antes del primer bloqueo. Terminadas las 3 horas que duró el viaje desde Atocha a Tupiza, nos bajamos, cargamos las mochilas y bolsos, y en media horita ya entrábamos al pueblo, bajo miradas cortantes y algún que otro comentario del estilo: “¡Son gringos! ¡No los dejen pasar!” Sin acusar recibo, pasamos por entre la gente a paso rápido y en completo silencio, mirando hacia el suelo.
La hermosa Tupiza nos recibió con calles casi desiertas de gente, más miradas hostiles, y más comentarios similares: “Ustedes tienen la culpa, gringos”… El aire podía cortarse con cuchillo… Nunca me había sentido tan extranjera como en esos momentos. A pesar de no saber bien por dónde teníamos que ir, seguimos derecho por la calle principal, preguntando de tanto en tanto a alguno que no pareciera estar a la defensiva… Poco a poco nos enteramos que pasando el otro bloqueo, a 5km, desde la “tranca” de Tupiza, salían micros que llevaban gente a Villazón. Caminando rapidito, terminamos de cruzar y pasamos el segundo bloqueo, donde sólo nos acuchillaron visualmente, sin emitir comentarios. Al fin salimos y bordeando un cerro interminable (que para nosotros, se hizo conocido bajo diversos nombres insultantes…), llegamos a la tranca, donde pagamos 20 bolivianos por un pasaje de micro. Fue un total aproximado de 5 horas de caminata, luego de las cuales nos sentamos a esperar el micro que en seguida estaba viniendo, en minutos nomás. Los minutos se hicieron una hora y el micro no venía, la gente que esperaba como nosotros comenzó a impacientarse y a preguntar a la vendedora de pasajes, quien se había ocupado de desaparecer con objeto de averiguar qué pasaba con el micro. Al ratito vuelve y nos comenta que, como había volcado un camión poco antes de entrar, no podía pasar y estaban esperando sacar el camión. Por ende, los pasajeros debíamos caminar 1 km más hasta donde estaba esperándonos. Obviamente, y para coronación de la aventura tupiceña, mientras los boludos caminábamos 1 hora, comenzaron a pasarnos por al lado un camión, 4 colectivos, otros 3 camiones, camionetas, un Scania, una Cat… y nuestro micro! Saludando a toda velocidad! Esperamos a la vera del camino con el resto de los pasajeros, a que nuestro transporte volviera desde la tranca, con los que todavía estaban allí.
Subimos al micro… Un lío inmenso de gente que se quejaba pues se habían sobrevendido los asientos por 2, y hasta por 3 veces. Calmadas las aguas con las tranquilizantes palabras del conductor: “Vamos que si no se apuran no salgo, porque los caminos están en muy mal estado!”, partimos hacia Villazón. Me tocó viajar atrás de todo, mareada, cansada, con hambre… Supuestamente llegábamos a Villazón en 3 horas… que fueron 4.
Bajamos del micro en plena oscuridad y lluvia de la frontera, me tomé unos minutos para recuperarme del mareo y caminamos hasta el Puente Internacional. Luego de casi pasar la noche en “ningún lugar” porque los de migraciones ya habían apagado todo, llamamos a nuestra hermanita que cumplía años desde la frontera, y pasamos a La Quiaca, fuimos a cenar (yo nada, por supuesto) y luego a acomodarnos en el hotel de antes, para finalmente dormir!

viernes, marzo 14, 2008

VACACIONES: DIA 10

25 de Febrero
Salar de Uyuni - Bolivia

Esta vez sí desayunamos en el hostel, con té, pan, manteca y dulce… Luego salimos con los chicos agregados y un colombiano, hacia el Salar, previo paso por el Cementerio de Trenes, donde vimos y trepamos antiguas maquinarias oxidadas de viejos trenes. Hoy el cementerio ferroviario se ha convertido en otro gran atractivo turístico para los visitantes extranjeros. La gran mayoría de lo que se puede ver allí son locomotoras, o restos de vagones, casi todos de trenes ingleses de principios de siglo – los primeros en utilizarse. Impresionante ver las vías interminables hacia la nada, los montículos de chatarra y el sonido del viento entre los hierros cubiertos de óxido, abandonado todo a la merced del tiempo, cuando se dejó de utilizar el carbón como combustible. Admirablemente desolador y nostálgico paisaje a 3.400 y pico de metros de altura sobre el nivel del mar.

Llegamos al Salar… ya al primer vistazo, las palabras que se me venían a la cabeza no eran suficientes para expresar la impresión vivida. Hoy que intento describir algo, vuelvo a pensar lo mismo. No voy a ser capaz de exponer en estas líneas ni un poquito de lo que experimenté y que permanecerá en mi memoria visual por años y años. Tal vez, para siempre. Sus 10.000 km2 de extensión, a 3.650 metros de altura, son los restos de un gigantesco mar, cuando casi toda la superficie terrestre aún estaba cubierta por agua salada. Con varios lugares de espléndida vista, como Laguna Colorada, Laguna verde, volcanes y geisers, representa lo más atractivo del sur boliviano y una de los puntos turísticos más hermosos del mundo.


No pudimos hacer la excursión de 3 días en la que se recorre la mayor parte del salar, pero lo que vimos de todos modos nos impresionó. Paramos primero a ver dos pequeños museos de sal, con artesanías y puestos de feria afuera. Volvimos a subir a la camioneta, ya entrando más, y luego paramos al lado del Hotel de Sal, a almorzar. Un rico arroz con vegetales y pollo, aunque poco abundante para los que éramos. Recorrí lo más que pude, con los ojos detrás de los anteojos de sol para poder ver, con sandalias para no lastimarme los pies con los cristales que se habían formado. Había llovido hacía muy poquito y el salar era casi todo completamente agua.

Empezamos a pegar la vuelta un par de horas después de comer, y viajamos en el techo de la camioneta, para disfrutar más la vista. Fue excelente. Al llegar nuevamente a Uyuni, ya no teníamos demasiado que hacer. Mi hermana y yo nos lavamos los pies en palanganas en la terraza del hostel y salimos para ir a comer algo. El almuerzo nos había llenado sólo el agujero de las muelas. Paseamos por la ciudad, sacamos pasajes para Tupiza la mañana siguiente a las 6, un poco de llamados, Internet y volvimos a comer, esta vez, para la hora de la cena. A dormir temprano… había que madrugar!

VACACIONES: DIA 9

24 de Febrero
Uyuni – Bolivia

Que Uyuni es una ciudad ferroviaria, no escapa a la simple vista. Típicamente establecida en las cercanías de las vías del tren, la ciudad recuerda todos los días las glorias pasadas de principios del siglo XX. El tren llegó a territorio boliviano en 1899, en respuesta a una creciente necesidad de transporte rápido y eficaz, cuando tuvo su auge la minería. Un auge que duró muy poco, luego de lo cual el Estado siguió manejando los trenes, hasta su privatización. Las ciudades a sus costados, han perdido bastante de su anterior importancia, salvo la turística. Uyuni tiene el famoso salar, el más grande y el más alto del mundo. Pero la ciudad, si bien tiene la dejada apariencia fantasmal de un poblado ferroviario de antaño, tiene sus encantos… Un boulevard principal con mercado, Alcaldía y Reloj público, rodeados por los restaurantes y lugares más importantes para el turismo extranjero.

Me despierto. Se me seca la garganta y no puedo respirar. Esa fue la única razón por la cual me levanté temprano y no dormí hasta el mediodía. Miento. La otra razón era porque quería ver si podíamos hacer la excursión al Salar ese mismo día. Lamentablemente no fue posible, porque necesitábamos ser 7 personas para que la 4x4 saliera, y nos faltó quórum… y tampoco desayunar en el hostel, ya que teníamos que avisar la noche anterior para que lo prepararan.
Salimos a comprar galletitas y agua para unos mates de desayuno. Luego a pasear por Uyuni. En el camino nos volvimos a encontrar con unos chicos del tren, que buscaban hacer también la excursión al Salar. Coordinamos con ellos para el día siguiente y los confirmamos en la agencia. Todos juntos fuimos a almorzar a un restaurant que pronto se nos convertiría en hábito… Los spaghetti cuatro quesos estaban muy buenos.
A la tardecita, después de una mini siesta, caminamos todo Uyuni hasta el cementerio, enclavado en un paraje totalmente desolado, donde parecía terminar el paisaje como un escenario de una película. Al volver al hostel, sentí que había caminado extensos kilómetros y no sólo un par… El cansancio se siente más rápidamente a mayor altura, y éstos son 3.365 metros sobre el nivel del mar. Esperé la ducha y disfruté mis 10 minutos de agua caliente. Seguimos paseando. Al caer el sol nos encontramos con los chicos del desayuno en Purmamarca. Unas cuantas botellas de cerveza después (para mí un licuado de banana), partieron para seguir recorriendo Bolivia más al norte, mientras nosotros nos quedábamos. Luego de otro mini recorrido de calles, cenamos en un restaurant algo menos turístico, a dos cuadras del reloj, donde comí un rico sandwich de pollo. Minutos más de paseo y llamados por teléfono… Finalmente me volví al hostel a dormir.

VACACIONES: DIA 8

23 de Febrero
De La Quiaca a Villazón
Bolivia

Me desperté temprano con la partida de mi amor. Algo más dormí pero no demasiado, ya que aparentemente estaba peor del estómago que el día anterior. Fui a despertar a los chicos y desayunamos en la puerta de la habitación, “haciendo cordón”. Después del desayuno hicimos tiempo ahí mismo, guardamos todas nuestras cosas y nos dispusimos a esperar la hora de almuerzo, después de lo cual cruzaríamos a la hermana Bolivia. Sin embargo, adelantamos el almuerzo en seguida, pues se largó a llover lindo.
Al ratito, cargamos nuestras cosas bien cubiertas del agua, y partimos al Puente Internacional. Después registrarnos y de que Aduana nos dijera cualquier tongo acerca de nuestras cámaras de fotos, seguimos derecho a registrarnos en la parte boliviana. En minutos nomás, volví a estar fuera del país… ah, y con dos horas menos que en Argentina!
Recorrimos un poquito las calles repletas de locales que venden de todo, cambiamos moneda y nos tomamos un taxi hasta la estación de tren. Allí tirados, con todos los demás pasajeros, esperamos 2 horas a que saliera el bendito tren. Había gente que estaba peor, de todos modos, ya que habían llegado ese día a las 7 de la mañana y desde ese momento esperaban el tren. Nos pusimos a leer y escuchar música, y así pasamos el rato, hasta que nos avisaron que podíamos ir a despachar los bolsos. Con gran alegría y algo entumecidos, nos levantamos y llevamos nuestras mochilas. Al ratito estábamos ya en nuestro vagón. Buen tren, prolijo y limpio, con televisión incluida, baño, mozo de a bordo que iba ofreciendo cosas y un salón comedor.
Una vez pasadas las 3 primeras horas de hermosos paisajes, montañas, precipicios, cielos increíbles y fotos sacadas a través de la ventanilla, es cuando comienza a hacerse lento el viaje, y a uno empieza a molestarle el asiento acolchado pero que no se reclina, el pasajero de adelante, el de atrás que abre la ventanilla hasta arriba y te hace comer tierra, el mozo de a bordo que no para de ofrecer cosas y la televisión que pasa música que en tu vida se te hubiera ocurrido escuchar. Así fue que después de una película con mucha violencia y tiros, siguió el compilado de Raphael, Tormenta y los Pimpinela. Más tarde otra peli llamada “Bubble Boy”… un triste delirio, para terminar con “El tesoro perdido”, Disney con el pancho de Nicolas Cage.
A la noche apagaron, gracias al cielo, todas las luces y pude descansar, no sin antes haber comido un rico sanguchito de jamón y queso, semitostado. A lo lejos se veia el cielo iluminado por varios relámpagos. Hubo una pausa de 15 minutos parado el tren en el medio de la nada, en plena oscuridad… algo tétrico. Y cuando llegamos a la estación de Atocha, alguno que pasaba golpeaba los vidrios del tren, queriendo asustar…
Pasada la medianoche llegamos a Uyuni, rastreamos nuestros bolsos en un gran pasillo donde los habían tirado todos, y salimos de la gran estación para dirigirnos al Hostelling International, donde nos íbamos a hospedar, según referencias que nos habían dado antes. Pagamos la habitación y nos arrojamos en las enormes camas de plaza y media, con resortes metálicos en el elástico… Un placer dormir así.

VACACIONES: DIA 7

22 de Febrero
La Quiaca – Jujuy


Partí temprano, alrededor de las 9, hacia La Quiaca… yo sola, pues iba a reencontrarme con mi amor, después de no vernos por 3 semanas, y quise ganar tiempo. Él ya estaba en su tramo de regreso a Buenos Aires, luego de recorrer gran parte de Bolivia. Me recibió en la terminal, nos registramos en el hotel, almorzamos y después de una gran siesta, ya se hacía la hora en que venía mi hermana con uno de los chicos del cuarteto estable (el otro volvía a Bs. As.) y fuimos a buscarla. Mientras ellos se registraban y paseaban por la ciudad, nosotros cruzamos a Villazón (ciudad boliviana, melliza de La Quiaca) y fuimos a comprar los pasajes de tren que al otro día nos llevarían a Uyuni a los tres que seguíamos viaje. Esta fue la primera vez que salí del país… Una experiencia divertida, si tenemos en cuenta que salí caminando y que a los 10 pasos ya estaba en Bolivia… y al rato ya estaba de vuelta en la Argentina!
La Quiaca nació bajo el nombre de La Florida, como posta en el camino al Alto Perú, pero recién comenzó a delinearse como “pueblo” en 1772. Luego de varias discusiones sobre dónde terminaba la jurisdicción de Buenos Aires y dónde comenzaba la de Potosí, comenzó a constituirse como población alrededor de 1900. Su fecha de fundación exacta es el 28 de Febrero de 1907.
No tengo mucho más que decir sobre esta parte de mi viaje. Este fue para mí un día de tranquilidad, reencuentro y paseos que no hicieron más que ayudar a que pudiera olvidarme un poco de mi malestar (mi estómago parecía no querer curarse) . Viví un precioso día de sol y nubes, una tarde fresca y descansé todo lo que necesitaba… tal vez hasta un poquito más que eso.
Cenamos en una parrilla. Yo sólo comí un poco de pollo, que como estaba tan salado, no tuve el gusto de disfrutar. Pero a los demás pareció encantarles la gran parrillada!

VACACIONES: DIA 6

21 de Febrero
Humahuaca – Jujuy


No dormí nada bien. Aparentemente las empanadas de la cena me cayeron como piedras, y me intoxiqué… por eso el dolor de cabeza tampoco se me pasó en toda la noche… A mi hermana tampoco le cayeron muy bien, pero estaba mejor que yo. Tanto era así que se me confundieron desayuno y almuerzo: para ambos fue galletitas de agua con dulce de membrillo, acompañadas por un té. Dormí una pequeña siesta después de almorzar.
Más tarde llegaron los chicos desde Purmamarca y se instalaron en la misma casa. Fuimos a pasear por Humahuaca y de paso compramos comida para cocinar. Estuvimos visitando el monumento de la plaza y conociendo un poco de su historia, a través de los niños que por unas monedas o caramelos, insistían en contárnosla. Comparto aquí un poco: el impresionante Monumento a los Héroes de la Independencia se encuentra en la Colina de Santa Bárbara. Se trata de 70 toneladas de bronce trabajado de modo espectacular, en homenaje al Ejército del Norte y sus batallas en la Quebrada. Las imponentes figuras representan al indígena norteño que participó de estos enfrentamientos por la independencia (algunos dicen que Pedro Socompa, otros que Viltipoco…). Lo importante es el trabajo increíble del artesano, y lo impresionante que es visto desde abajo. Al llegar a sus pies, tras escalinatas de piedra anchísimas, donde tiene lugar la feria, se tiene una vista panorámica de la ciudad de Humahuaca. A la izquierda del monumento, hay una pequeña torre de adobe. Es la torre de Santa Bárbara, parte de una capilla jesuita que hoy ya no existe a su lado.
Volvimos a la casa a cocinar. Yo cené arroz con queso, como para ingresar algo más copado a mi estómago. Menos mal que no compartí los fideos con los chicos, porque les quedaron espantosos! Era como un gran engrudo con colorante y fideos… A pesar de que había dormido de a ratos durante todo el día, seguía teniendo ganas de dormir… Acopié un poco de energías para acompañar a mi hermana que tenía ganas de visitar alguna peña, pero las que vimos estaban cerradas, y mientras los chicos seguían caminando y se largaba a llover, las dos volvimos a dormir a la casa… casi corrimos por las escalinatas del monumento cuando empezó a cortarse la luz de toda la ciudad, un ratito y volvía… tétrico!

jueves, marzo 13, 2008

VACACIONES: DIA 5

20 de Febrero
Humahuaca – Jujuy


Alrededor del mediodía partimos desde Tilcara en micro, para llegar a Humahuaca, después de repetir el almuerzo de los sandwiches de lomito. Sólo fuimos mi hermana y yo aquel día a Humahuaca, ya que los chicos habían decidido volver a pasar un día más en Purmamarca.
Esta ciudad cuyo nombre deriva de los indígenas que habitaron toda la zona de la Quebrada, está situada a 2.940 metros sobre el nivel del mar. Su población local resistió la conquista española hasta el siglo XVI. Hoy todavía es una ciudad de aspecto colonial, con enormes faroles que iluminan las empedradas calles. Su estructura no llega a ser del todo prolija como otras ciudades, las manzanas son irregulares, pero eso le da un toque rústico que la hace única. Quien dice que no es hermosa es porque no la conoce bien, o se ha dejado avasallar por su amplitud en lugar de disfrutar su tranquilidad y humildad.
Una vez llegadas, caminamos un poco hasta que encontramos un local de artesanías que promocionaba hospedaje con un cartel en la puerta. Preguntamos y un pequeño niño nos condujo a la casa, muy bonita y económica, con varias camas, a 2 cuadras de la terminal y a 2 del monumento. Nos instalamos, charlamos un poco con quienes ya estaban ahí parando. Al rato nos encontramos con unos chicos que habíamos cruzado en Purmamarca, y junto con algunos recién conocidos en la casa, partimos a una excursión llamada Peña Blanca.
Podría decirse que la excursión así llamada, fue un paseo frustrado, al menos para mi hermana, uno de los chicos y yo… No nos perdimos, pero terminamos caminando por otro lado, rodeando la gran Peña Blanca a la que había que subir (en caminata de aproximados 3km) y ver alguna que otra construcción omaguaca… De todos modos, terminamos yendo por detrás de la Peña y subimos hasta un lugar desde donde también podía verse Humahuaca completa de un lado, montañas quebradas del otro… Hermosísimo! Al regreso a la ciudad nos fuimos encontrando con todos otra vez, nos abrigamos un poco e hicimos plaza, con mate, grisines y perros, entre ellos uno que daba un espectáculo jugando con la comida antes de comerla! Después de un rato de sociales en la casa, fuimos a cenar, con uno de los chicos de Purmamarca y su amigo suizo, a un restaurant cerquita en el que a los chicos que volanteaban en la calle, les daban una empanada si los clientes presentaban el volante al hacer el pedido. Minutos después de estar comiendo, empezó a llover y nos fuimos… Para mí fue una especie de alivio, ya que me había empezado a doler la cabeza, tal vez de todo el sol y el calor del día… A dormir!

VACACIONES: DIA 4

19 de Febrero
Tilcara – Jujuy

Nos levantamos alrededor de las 11. Después de una hermosa ducha reparadora, partimos para la Garganta del Diablo, no sin antes comprar unos sandwiches de lomito completos en la plaza, para almorzar allí. Fuimos en remis hasta donde empieza la caminata propiamente dicha y buscamos una sombrita (sin encontrarla) para comer.
Para llegar a la Garganta, hay que tomar el camino que conduce al Pucará, pero en lugar de cruzar el puente, seguir el camino hacia la izquierda del puente sobre el río Huasamayo. Después de ver la famosa grieta entre la montaña y el agua que la ha formado con los años, hicimos todo el recorrido completo de la Garganta hacia atrás, hasta llegar a la cascada natural que la forma, bordeando el arroyo y pasando por entre las piedras. Me alegré de llevar sandalias de trekking y no tener que empaparme zapatillas, alpargatas o medias… De todos modos, siempre algo falla, ya que me olvidé de usar protector solar y me quemé bastante. Una vez que llegamos a la cascada original, nos sentamos un rato a admirar la belleza del paisaje, las piedras gigantes que arrojaba hacia nosotros y la sombra. Tardamos bastante en hacer la vuelta, ya que no sólo hay que volver hacia donde el cartel reza “Garganta del Diablo” y nos dirige una flecha, sino también caminar lo que habíamos hecho en remis, hacia abajo por una huella y unos paisajes dignos de libros. Lo disfrutamos enormemente, a pesar del cansancio. Los chicos se animaron a hacer una pequeña bajada más y una mini escalada antes de tomar el camino para volver. Desde donde los mirábamos mi hermana y yo, parecían hormigas. Caminamos esos 5km a Tilcara.
De vuelta en la ciudad, descansamos un poco y más tarde salimos nuevamente a callejear y plazear… Charlamos con una artesana uruguaya que estaba allí con su hijita, cervezas de por medio, y le compré un bonito collar de semillas. El clima cambió bastante y apenas bajó el sol, refrescó un montón.

VACACIONES: DIA 3

18 de Febrero
Purmamarca a la mañana – Jujuy

Nos levantamos relativamente temprano y desayunamos en la puerta, con dos chicos que eran nuestros vecinos. Mate va, mate viene (cerveza para algún resacoso…), partimos luego los cuatro del grupo estable al Paseo de los Colorados. Este camino comienza por el Cementerio de Purmamarca, también lugar pintoresco por las típicas flores artificiales de mil colores que colocan en las tumbas y porque se ubica en subida al cerro. Son unos 3 km rodeando el pueblo, recorriendo parte del lecho de un afluente del río Purmamarca. Desde la huella se puede ver primero el Cerro El Colorado, luego el Cerro de los Siete Colores y finalmente, apenas antes de volver a entrar al pueblo, el Cerro El Porito, mirador natural de Purmamarca. Como hacía calor y el sol no pensaba aflojar, a la bajada del mirador, compramos fruta y bebida fresca para levantar la tarde, ahí mismo, en el cordón de la vereda de nuestro hospedaje. Un ratito después, preparamos nuestras cosas, hicimos tiempo en la plaza central, comimos unos sanguchitos y nos tomamos el micro hacia Tilcara.

Tilcara – Jujuy

Tilcara fue nombrado así por los indígenas del mismo nombre que la habitaron, parte de los omaguacas, y que construyeron allí la fortaleza más importante del lugar. El pueblo se asienta a orillas del río Huasamayo (también se puede leer en algunas partes, Guasamayo). Desde 1593, se dieron al mismo tiempo la encomienda (a manos de Francisco de Argañaraz, fundador de San Salvador de Jujuy) y el cacicazgo (herederos de Viltipoco, cacique de los Omaguacas). En los últimos años, Tilcara se convirtió en centro turístico para gente de todo el país e incluso extranjeros.
Con la ventaja de haber visitado antes (al menos yo), nos dirigimos sin dudar al hospedaje La Rosa, a 2 cuadras de la Terminal. Su dueño nos informó que justo ese día el paseo al Pucará era gratuito, entonces nos apuramos y fuimos. Nos perdimos un poquito de camino al Pucará, pero en seguida terminamos bordeando el río Grande (o casi caminando en él) para alcanzar el puente.

Al fin llegamos. Allí, a más de 2500 m sobre el nivel del mar, los antiguos indígenas tilcara, construyeron este fuerte de 15 hectáreas hace más o menos 900 años, de manera escalonada sobre el cerro. De esta manera (y cuando uno sube se puede dar cuenta de ello), podían ver fácilmente a sus enemigos acercarse y prepararse para enfrentarlos, protegidos por la altura, por los cerros circundantes y los ríos. También era un punto estratégico para la dominación de los cruces de caminos más importantes en aquella época. El Pucará fue descubierto en 1908 y luego de sucesivas investigaciones y excavaciones, los trabajos pasaron a manos de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, bajo cuyo mando se terminó de reconstruir en 1948, lo que sus descubridores habían comenzado. Es gracias a toda esta gente, que figura en el “monumento homenaje” en lo más alto del cerro, que hoy podemos visitar e imaginar tan perfectamente la vida prehispánica allí. Originalmente se han contado hasta 900 viviendas o espacios similares. De todas ellas hoy están reconstruidas con la mayor fidelidad posible 50, a las que se suman un templo, sepulcros (huecos de piedra en el suelo), corrales para llamas, un taller y los caminos y murallas de la entrada. El Pucará se divide en barrios o sectores: el de la Entrada (la parte fortificada y también algunas viviendas), el de la Iglesia (el templo y sus sectores dedicados a la adoración) y el del Monumento (viviendas y corrales). Subiendo por los caminos tradicionales hacia la izquierda, si uno presta atención, se pueden ver montículos de piedras y adobe, casi formando paredes, dividiendo espacios, y en sus centros, montañas de barro y paja… Estas son las construcciones originales que no fueron reconstruidas, las piedras que formaron sus paredes, sus techos caídos, los cactus proliferando en el medio de todo… Quizás sea más difícil de imaginar cómo haya sido aquella casa, por dónde entraban sus habitantes o dónde comían, pero vale la pena acercarse e intentarlo. Nota importante: no conviene ir en alpargatas o sandalias, más vale unas buenas zapatillas que se banquen las espinas de los cactus.
Nosotros no teníamos demasiado tiempo (pues el Pucará cierra sus puertas a las 18), pero a los pies del cerro funciona un museo (y hay quienes dicen que el de la ciudad de Tilcara, el Museo Arqueológico, es imperdible… no tuve el gusto aún, pero ya habrá momento) y también un jardín botánico de altura, con plantas típicas de la región del altiplano. Sí… cactus de todas formas, tamaños y colores… Para hacerlo con tiempo y no perdérselo.

Volvimos al hospedaje. Intenté dormir un ratito, después de unos mates, pero estaba tan extremadamente pasada de cansancio que no pude! Me mantuve acostada todo lo que aguanté. Pero no fue mucho. Minutos después me reactivé y salí a caminar por Tilcara con mi hermana. Pronto se hizo la hora de cenar y saciamos nuestro antojo de milanesas napolitanas con papas fritas, en una peña restaurant. Zarpados platos que desbordaban comida, nada económico… pero riquísimo! Paseamos después de comer un rato más, los chicos buscaban bar para cervecear un poco, se largó a llover, y yo me fui a dormir… Era más o menos la 1 de la mañana.

martes, marzo 11, 2008

VACACIONES: DIA 2

17 de Febrero
Purmamarca – Jujuy


Como era de esperarse, nos levantamos bastante tarde, desayunamos con la familia nuevamente y ya preparamos todo para emigrar y cambiar de provincia. Se agradece enormemente a ellos tanta amabilidad y hospitalidad con nosotras! Fue la calidez necesaria para comenzar nuestra recorrida.
Esperamos el micro 2 horas en la terminal, escuchando música y leyendo un poco. Después de un viajecito que nos dejó al ladito de la ruta a Purmamarca, comenzamos a patear los 3km que nos separaban del pueblo. En el camino cruzamos palabras con unos chicos, después con otros, paramos para sacarnos una foto con una hermosa cabrita bebé y al fin llegamos a Purma! Con esos colores de fondo, nos recibía…

Purmamarca significa, en aimara, “pueblo de tierra virgen”. Como un típico pueblo colonial pero que también conserva algo de prehispánico, sus casas se ubican en torno a la plaza e Iglesia (MHN, construida en 1648) y la mayoría de sus construcciones son del siglo XVIII, en adobe y sobre sus 2.192 m. sobre el nivel del mar. De todos modos, las calles se trazaron nuevamente en el siglo XIX y son las que se ven ahora rodeadas de colores en ese pueblito.
Una buena manera de buscar alojamiento en el Noroeste argentino, es caminar las plazas y calles aledañas. De hecho, así conseguimos el primero, cuando un señor en la plaza se nos acercó a preguntar si necesitábamos hospedaje. Obviamente le dijimos que sí y fuimos a ver el lugar. Una pieza muy bonita, casa de la Flia Tinte. De casualidad nos volvimos a cruzar a dos de los chicos del camino y como ellos también buscaban lugar para dormir, les dijimos que nos acompañaran y compartimos pieza.
Luego de ubicarnos, calentamos agua para el mate y los cuatro nos sentamos en la plaza, mientras bajaba el sol y comenzaba a refrescar. Con galletitas de por medio, acordamos seguir viajando juntos si a ellos les parecía bien nuestro “plan de vuelo”.
Más tarde volvimos al hospedaje, buscamos algo de abrigo y salimos en búsqueda de un lugar para cenar y en lo posible ver alguna banda o algo similar. Encontramos un bar a dos cuadras, llamado Don Heriberto, donde iba a tocar una banda. Con cerveza, vino, empanadas y tamales y humitas, participé del escenario y todo, junto a Angel y su hijo, y más tarde también canté con los Che Mandinga. Alrededor de las 2 a.m. nos fuimos a dormir.

lunes, marzo 10, 2008

VACACIONES: DIA 1

16 de Febrero
B° Castañares – Ciudad de Salta


Luego de interminables horas de viaje en micro desde Retiro, llegamos con mi hermana a Salta, la capital. Por suerte nos hicimos una buena amiga en el micro, que nos invitó a parar en lo de sus abuelos con ella esa noche. Tanto viaje me hizo un poco mal pero de todos modos intenté mejorarme e ir al Museo de Alta Montaña. Pero no tuvimos suerte! Estaba cerrado… Paseamos un poco por la ciudad, tuve que comprar el toallón que me había olvidado de llevar, y después de hacer la recorrida típica de Iglesia, Cabildo, Convento (foto) y plaza central, volvimos finalmente a lo de nuestra amiga.


Luego de pasar una divertidísima tarde y cena de riquísimas pizzas caseras con su familia, decidimos salir a la noche salteña las tres. El clima que venía amenazando, nos jugó la mala pasada de diluviar justo cuando esperábamos transporte en la esquina. Sin embargo, nada de eso nos amedrentó. Primero caímos en una confiteria-canto-bar… edad promedio: 45. Bailamos, nos divertimos mucho, pero duramos poco... Tan sólo una cerveza y un trago. Al rato fuimos a la conocidísima calle Balcarce, donde coexisten todos los mejores bares y peñas juveniles de Salta. Bajo el diluvio, un señor tuvo la amabilidad de acercarnos allí con su camioneta. Dimos unas vueltas en la calle y finalmente, a pesar de mis ganas de ya empezar a folclorizarme un poco, terminamos en un típico boliche urbano, con música electrónica y luces de colores… A eso de las 4 a.m. emprendimos la retirada a dormir!