miércoles, enero 24, 2007

8 DE ENERO - DIA 3

AMAICHA DEL VALLE

Llovió toda la noche, incluso en mis sueños y también adentro de la pieza: me despertó una gotera en la cabeza cuando di vuelta la cara a la mañana temprano. Como nosotras tres no habíamos conseguido pasajes para Amaicha por la mañana y las 2 chicas recién conocidas sí, nos levantamos con ellas y nos llevamos todo, por si quedaba lugar en el colectivo (El Aconquija) para viajar en ése que salía a las 8:30. Los chicos habían decidido quedarse y seguirnos a la tarde, aunque los despertamos con todos nuestros preparativos. Por suerte conseguimos viajar en un micro de refuerzo que salía junto al de las chicas. El viaje fue increíble, con unos paisajes de película… Subíamos poco a poco a través de los cerros, pasando por el centro blanco de una nube que cubría el camino completamente. El punto más alto (3.000 m, poco más, poco menos) y más lleno de nubes del camino por aquella zona, tiene por nombre Abra del Infiernillo (un abra es una abertura entre cerros). Y luego va bajando… y ahí abajito viene Amaicha del Valle.
Es un pueblo hermoso, según se cuenta y muchas veces puede observarse claramente, es la única comunidad indígena del Norte que todavía conserva unas cuantas costumbres de su pueblo ancestral, los diaguitas. El Aconquija nos dejó en una esquina frente a la plaza central, en donde nos recibió un cartel azul grande con detalles de Amaicha, su población, altura (2.000 m) y clima: "Días soleados durante el año: 360". Su gente se ve feliz.
De la plaza, una cuadra adelante y una a la izquierda llegamos al camping La Guarida, donde conseguimos un espacio pequeño pero cómodo para armar la carpa, y las otras chicas una pieza. Un camping chico, repleto de gente, pero muy tranquilo y con buena onda. Recomendable.
Todavía era de mañana y el día respetaba lo dicho en el cartel. Las 5 anduvimos averiguando para ir a El Remate, a 6 km (o un par más, dependiendo de la persona a la que preguntáramos, todavía no sabemos qué parámetros tienen para medir distancias… o sus km no son como los nuestros) por un camino que pasa por la localidad de Los Zazos (que tiene un dique grande, ahora casi seco, por lo cual escasea un poco el agua en la región). Compramos pan y fiambre para almorzar sanguchitos y nos paramos en una esquina por donde pasaba el colectivo para ir… Pero nos levantó una combi que nos cobraba la mitad por llevarnos hasta allá. Un paisaje para no perderse, definitivamente. Lo esencial: grandes piedras, cactus a montones y al fondo las cascadas de agua subterranea que alimentan el dique. En el camino que baja a las cascadas, me topé con un pequeño "embotellamiento de cabritas" (F*** dixit), que venían en dirección contraria y me dejaron congelada de la sorpresa, tanto como parecieron estar ellas, que de pronto dieron todas media vuelta y desaparecieron entre las piedras y los arbustitos. Llegamos a las cascadas finalmente, aunque el cansancio, el frío del agua y la cantidad que había, medio que nos amedrentó. Sólo estuvimos un rato por ahí chapoteando, y después volvimos para atrás, buscando una sombrita para almorzar tranquilas.
Después de comer ya pegamos la vuelta, esta vez a pie. Una vez más nos dimos cuenta de que la gente mide el kilometraje de una manera extraña, ya que el cartel al principio del camino pasadas las 2 horas o algo así, decía 8 km! En fin, fue larga la vuelta pero valió la pena. Aprovechamos para pasar por el dique de Los Zazos y ver cuánto habían bajado las aguas. La antigua arquitectura de las casas del camino nos llamó mucho la atención, todo adobe, cañas y madera. Encontramos una casa semi destruida y abandonada, con sus puertas abiertas que nos invitaban a entrar. Por supuesto que lo hicimos, y pasamos por sus piezas devenidas patios con techos derrumbados.
Al llegar a la plaza de Amaicha otra vez, vimos que nos quedaba bastante tiempo de la tarde y decidimos ir a visitar el Museo de la Pachamama con las fuerzas que nos quedaban (todo es arriba o abajo cuando uno está entre medio de los cerrros…). Amaicha también es conocida por su tradicional Fiesta de la Pachamama en febrero, celebración dedicada a la Madre Tierra; de ahí, supongo, el nombre del museo. Sin entrar en detalles poco simpáticos de mi opinión sobre el museo, diré solamente que es un lindo y amplio lugar para sacarse fotos y conocer de un gran pantallazo los símbolos más importantes de la cultura indígena. Vale buenos puntos la sala geológica y la maqueta de los Valles Calchaquíes. Pero lo demás… no es un edificio sino una obra de arte, no es un museo sino una galería de arte en la que el propio fundador y diseñador expone sus más bonitas esculturas y tapices. Nos cansamos mucho de la subida, la bajada y la caminata entera.
Cuando volvimos al camping, los chicos ya habían llegado y ocupado la pieza que, tan amablemente, les habíamos reservado nosotras. A eso de las 8 ya andábamos rodeando la plaza buscando lugar dónde cenar. El que más nos convenció a simple vista fue uno llamado la Esquina, atendido por su dueño, que se hacía llamar Peteniche o Pete… Un viejo que era un amor... "Yo no tengo ningún apuro, ustedes están apurados?" Se sentó con nosotros a mostrarnos fotos, postales y cartas de alrededor del mundo, de turistas que habían comido ahí. Un buen rato nos cayó muy bien este hombre que tan amigablemente atendía a todos sus clientes… pero cuando llegó el momento de la cuenta, y nos cobró mágicamente de más, sin pifiarle a ningún precio y sin que a ninguno de los 9 que éramos nos cerrara la cuenta. Tanto que le discutimos y de todas formas terminamos pagándole algo así como $8 de más, el Pete cerró su boca, y ni nos saludó cuando nos fuimos. La mala educación también existe en Tucumán. Se ve menos, pero existe.
Al rato dimos una vuelta por la plaza y, como no podía faltar, festejaban algo, con música y baile. Estuvimos escuchando un rato y luego nos apostamos en la esquina de la Oficina de Informes con unas cervecitas. En un momento las chicas tuvieron un encuentro con un burro (algo emocionado, aparentemente), que también nos encontramos nosotras un rato después a la vuelta. En el camping se había venido la música folklórica a pleno y, después de vaguear un rato más en la calle frente al camping, nos costó un poco dormir… Pero lo logramos!

1 comentario:

Mariana Barbenza dijo...

Hey! pero como les cuesta dormir!!! jaja recuerdo q yo me quede un rato en el "fogon" y despues me fui a dormir... cuando entre ni se enteraron!
(perdon por no ser tan poeta como la escritora)