viernes, febrero 16, 2007

Crisis de viernes

Hoy es uno de esos días en que me pregunto cosas todo el tiempo. Como si fuera a obtener tantas respuestas juntas! No. Pero igual me pregunto. Está en mi naturaleza.
Hoy especialmente quisiera saber por qué me empeño en querer hacer todo y en darle tanta importancia a cosas que nadie ve... En el laburo... ya voy 8 horas trabajadas en este día, viernes, lluvioso y con ganas de cucharita... y siento como si mi cerebro hubiera patinado en aceite adentro de mi cabeza.
Todo el mundo me pidió cosas al mismo tiempo o me preguntó 10 cosas distintas a la vez. Quise reaccionar y responder a todas sus solicitudes, con efectividad y rapidez... y en pocos minutos la cabeza se me quedó completamente en blanco y no pude contestar más nada. No entendía absolutamente nada de lo que me estaban preguntando, no me acordaba de ningún trámite, de ningún remis, de ninguna moto, de ningún llamado y hasta me faltaron algunos nombres en la memoria.
No me duró demasiado este episodio, tan sólo unos breves instantes, quizá hasta fueron segundos! Pero fue suficiente para dejarme con ganas de llorar, con toneladas de bronca y con un dolor de cabeza que me nublaba la vista. Hasta pensé que me iba a sangrar la nariz!
Cuando me levanté a tomar el café, me tomé mi tiempo, me senté en la cocina, apoyé la cabeza en los brazos... y algo empezó a ceder, por suerte, aunque quedé como atontada durante un rato, como si me hubieran golpeado en la cabeza con fuerza pero sin llegar a desmayarme.
Ahora estoy mejor. Todavía falta una larga hora y media de viernes lluvioso y de cucharita, frente a este escritorio y esta pantalla. De esos viernes que tienen baches como éste (en que me puedo poner a escribir hasta aburrirme) y montañas como hace escasos minutos (en que creí que me iba para no volver). De esos viernes que hasta que no salís de tu oficina, amagan que son jueves, y a veces hasta logran convencerte de que lo son! De esos viernes que son como un chicle pegado a tu zapato durante una cuadra y media. De esos viernes que si no fuera porque en algún momento van a sentirse como viernes, los mandarías al mismísimo origen del que han venido... Es que te faltan el respeto!
No sirve desesperar, hay que dejar pasar estos rayos de locura como si no fueran nada... Aunque cueste. No se gana nada con hacer el esfuerzo e intentar lograr cosas mientras a nadie le importa si hago una sola cosa o si puedo con 10 a la vez. Y ahora ya está, sólo falta una hora. Poco a poco va pasando, y poco a poco me voy relajando. Ya llega! En breve se escapa el eterno lunesaviernes y empieza el viernes... lluvioso... y con ganas de cucharita!

martes, febrero 06, 2007

20 DE ENERO - DIA 15

TILCARA

Llegó una mañana hermosa de sol y con ella el final de nuestro viaje... Me levanté más temprano que todas, por la ansiedad del viaje que me esperaba, supongo... y por las 9 moscas que no dejaban de darme vueltas por la cabeza. Bajé y tomé unos mates y un té con los primeros que se despertaron o los primeros que llegaron preguntando por lugar... Por suerte, me entretuve bastante hasta que empezaron a bajar las chicas.
Me enjuagué el pelo, tratando de sacar un poco el talco (no tuvo mucha solución), y salimos a comprar un par de cosas más en la feria, aquellas que no se iban a bancar mucho tiempo yendo y viniendo en un bolso. Por última vez almorzamos todas juntas en la plaza, unas empanaditas minúsculas pero muy ricas.
Y ahí venía el viaje a Salta. Con las mochilas, el bolso de mano y la nueva canasta, fuimos a la terminal que quedaba ahí cerca. Nos despedimos de las chicas (hasta la vuelta!) y subimos a nuestro micro lechero... Sí... paró en absolutamente todos los pueblos jujeños que encontró a la vera de la ruta hacia Salta capital.
Pasamos la tarde en la terminal de Salta, haciendo tiempo (tomando algo, comiendo algo) hasta las 9 de la noche que salíamos para Buenos Aires...
Y así fue!
A dormir largas horas de micro otra vez... para bajar en Retiro, en la humedad, el calor, la multitud, la ciudad... y empezar a extrañar la buena vida, de verdad!

Gracias !!!!
A todos los que hicieron posible este viaje.
A todos los que compartieron allá la alegría de lo nuevo.
A todos los que comparten acá el relato, el blog, las fotos y mis laaargas horas de charla.
A todos a los que todavía no les tocó esta inmensa dicha de compartir conmigo.
A los que me extrañaron y a los que no, para todo, su momento.

lunes, febrero 05, 2007

19 DE ENERO - DIA 14

GARGANTA DEL DIABLO

Nos levantamos temprano (yo ya estaba despierta) para hacer la excursión a Garganta del Diablo, yendo en remis desde la plaza. Sabíamos por dónde quedaba y a qué distancia, ya que esta vez habíamos sido previsoras y habíamos visitado un centro de turismo. La idea era ir en remis hasta allí, caminar un poco más hasta una cascada natural más alejada y volver caminando a Tilcara. Preguntamos bien al remisero cuál era el camino de vuelta, cosa de no perdernos.
Bajamos del auto y bajamos a ver la Garganta del Diablo, una pequeña cascada artificialmente concentrada sobre las piedras al precipicio, con una baranda de caño y una escalerita para bajar a ver mejor. Nada que uno no pudiera perderse de ver. Un par de fotos y ya enfilamos derecho subiendo el arroyo que formaba la cascada, buscando la original…
Era un día con mucho sol y hacía bastante calor, teníamos nuestras provisiones de fruta y agua para el camino. Menos mal, porque el camino no era nada corto y además había que cruzar el arroyo varias veces para seguir adelante. Finalmente, luego de caernos un par de veces al agua, y empapar zapatillas y medias, encontramos la cascada y nos sentamos en una piedra a observar y desayunar. Para llegar justo al lado de la cascada había que pasar unas piedras bastante más complicadas que las demás y caminar directamente por el arroyito… No tuvimos muchas ganas de intentarlo, así que nos quedamos ahí, disfrutando del sol.
Pegamos la vuelta enseguida, pues el camino era largo… El paisaje hermoso de quebradas nos hacía compañía. El sol estaba realmente fuerte, al menos, había que ir bajando por la huella bien marcada y era fácil. Aproveché que no teníamos guía y me fui a caminar adelante de todo.
Después de un camino que parecía no terminar nunca, llegamos nuevamente al pueblo. Almorzamos unos sandwiches en la plaza, y mientras las chicas volvían a su hospedaje a descansar, nosotras tres nos preparamos para la segunda excursión del día.

EL PUCARA

Las chicas nos esperarían con la merienda en su hospedaje (al que nos mudaríamos esa misma tarde). El pucará queda a 300 m del puente de Tilcara, "aisito nomás"… Así que fuimos caminando. Todavía hacía calor y había mucho sol, así que compramos más agua y la llevamos también.
Agregando un poco de cultura a este relato, la palabra "pucará" significa "fortaleza". Los pucarás se construían en las cimas de los cerros, para poder tener control de un mayor territorio para sus cultivos y población. El pueblo de los Tilcara construyó este asentamiento alrededor del año 1000 d.C., hasta la ocupación hispánica de 1549, pasando anteriormente por un corto período incaico. Cuando llegaron los españoles y los sometieron a sus reglas y trabajo, la población comenzó a abandonar la vida en el pucará, hasta deshabitarlo por completo.
Cientos de años más tarde, investigaciones arqueológicas intentaron compensar el abandono y reconstruyeron gran parte de las ruinas, permitiendo que hoy podamos entrar a sus casas de paredes de piedra, recorramos sus caminos, sus corrales, sus lugares de culto y los huecos para enterrar a sus muertos. El lugar está muy bien reconstruido, incluso hasta los techos de las casas… Entramos a casi todas las viviendas, fuimos por casi todos los caminos. La imaginación trabaja sola y este pueblo le gana al tiempo en su pucará, perdurando en sus piedras y sus plantas. También hay sectores no reconstruidos, y tal vez eso sea lo más impresionante de ver: las paredes de piedra hundidas, entre medio de los cactus y otras plantas; los restos de los techos derrumbados, claramente distinguibles en el mismo centro del círculo de piedras… Todo aquello que permitía demostrar que las reconstrucciones reproducían bastante bien lo original.
Las vistas desde lo alto son indescriptibles: el valle, el río, la imponente Quebrada de Humahuaca, casi en su totalidad… Pasamos ahí mucho tiempo, hasta haber recorrido casi todo. No llegamos al sector de los corrales, aunque intentamos darle la vuelta al cerro, porque ya era tarde y el pucará tiene su horario de cierre a las 18:00. Además, ya habíamos caminado tanto ese día… De todos modos, al bajar tuvimos tiempo de visitar un ratito el jardín botánico de altura que se encuentra en su base, y conocimos la gran variedad de especies de cactus que hay.

TILCARA A LA NOCHECITA

Volvimos al pueblo caminando pausadamente. Nos dirigimos hacia el camping e intentamos reclamar la devolución de la noche que no íbamos a dormir allí pero que ya habíamos pagado. No sólo no nos devolvieron nada, sino que además se quejaron ellos con nosotras por hacerlos renegar, por quejarnos de algo que supuestamente ya sabíamos o se nos había dicho, que el Enero Tilcareño, que yo soy sólo una empleada, que por qué se quejan tanto y qué sé yo qué más… Por si fuera poco, luego de llamar al de seguridad (se ve que la pobre señora de administración tuvo miedo de tres chicas…) y discutirnos lo indiscutible un rato más, nos avisaron que de allí en más no iban a recibir más turistas de Buenos Aires, porque renegaban mucho! En fin, justo lo que necesitábamos después de dos excursiones de completa paz en medio de la naturaleza, en medio de ruinas con espíritus antiguos… No quisimos más; simplemente nos retiramos de la administración convencidas de que no se podía hablar pues no servía de nada, y desarmamos la carpa, juntamos nuestras cosas y nos fuimos a ver a las chicas.
Ahí el clima era otro… Habían comprado vainillas, galletitas dulces y leche chocolatada. Mientras merendábamos, acomodábamos nuestras cosas y nos íbamos a bañar de a poco, conocimos al dueño, charlamos con una chica que cocinaba para el bar de su novio, y con varias personas más que iban pasando por la cocina-comedor.
Se hizo de noche… La última noche en Jujuy (la siguiente la pasaríamos en ruta, arriba del micro) y la última todas juntas (las chicas quedaban un día más). Decidimos ir a una peña que nos habían recomendado, El Kyncho. Cenamos ahí unas milanesas con huevo frito, ensalada o con papas. El lugar se fue llenando hasta rebalsar de gente que bailaba (ya era cualquier tipo de baile para cualquier tipo de música) y se divertía, sobre todo tirando talco y papel picado sobre las cabezas de la gente, ya que esto viene de los festejos de carnaval y es una forma de "sacarse el diablo" (junto con el baile, por supuesto). Bailando y divirtiéndonos nos quedamos hasta bien tarde… Llegué al nuevo hogar y, por fin, dormí!!!

jueves, febrero 01, 2007

18 DE ENERO - DIA 13

TILCARA

Nos levantamos en Humahuaca, a pleno sol otra vez, temprano para tomarnos el micro que nos llevaría a Tilcara, nuestro último lugar… La sensación de no querer irme era terrible. No teníamos asiento en el micro, así que viajamos parados, con mochilas y todas nuestras compras humahuaqueñas.
En Tilcara vuela mucha tierra. De la terminal, caminamos un par de cuadras a la derecha y encontramos un camping que parecía grande y copado, mientras tanto, las otras dos chicas buscaban un hospedaje. Nos dijeron que había mucha seguridad, que ahí no entraba nadie que no estuviera registrado, y demás cosas que nos gustaron… Pagamos para entrar (2 noches por adelantado), las chicas volvieron a decirnos que habían encontrado lugar a dos cuadras de ahí, sobre la misma calle y quedamos en encontrarnos un rato después en la plaza, luego de que armáramos la carpa nosotras tres.
El camping se iba llenando de gente, sonaba música a todo volumen… Armamos la carpa y dejamos nuestras cosas, para ir a la plaza a dar una vuelta y ver la feria allí (mucha más cerámica que en las otras). En el centro de la plaza (y por todos lados) había mucha gente, casi todos rondando nuestras edades o menos, casi todos de otras provincias… Es que aquí en Tilcara lo que nos esperaba era el Enero Tilcareño, fiesta que todavía no sabemos de qué se trata ni a qué se debe, pero pareciera ser una excelente excusa para beber hasta no dar más. Fue una deducción hecha a partir de los cartones de vino que vimos durante todo el día… y de los carteles con dibujos que pedían a la gente que festejaba que no orinaran en las calles (!). Me pareció demasiado… tuve miedo de que no me gustara Tilcara por tanta locura y tanta gente.
Almorzamos en la plaza unos lomitos completos por $1,50. En una esquina nos dieron un volante para ir a ver un corto que iban a pasar en un museo frente a la plaza. La descripción era interesante, mostraba la vida de una coplera que tenía algunos problemas familiares. Tres de nosotras fuimos a verlo. Cabeceamos unas cuantas veces las tres durante los 30 minutos que duró (sí, sí… largo para un corto, no es cierto?), aunque ninguna quiso decir nada por las dudas que a las otras les estuviera gustando! Así que nos quedamos hasta el fin.
Salimos de ahí y el tiempo se había puesto feo, mucho frío y mucho viento, algo de lluvia… Dimos unas vueltas más por la plaza hasta que no aguantamos más y corrimos hasta nuestro camping, las chicas a su hostel, para abrigarnos y descansar un poco del viento en la cara.
A la nochecita, después de hacer canaletas alrededor de la carpa (por las dudas) y conocer a nuestro vecino de carpa, partimos a cenar en la plaza. Compramos una pizza en un puestito callejero, que nos duró poco porque la Sprite se volcó toda encima de las últimas porciones… hubo que completar con salchipapas. Cuando se nos unió nuestro amigo nuevo, fui con él a comprar un helado, ya que la noche se había puesto más agradable. Hicimos tiempo ahí en la plaza y luego fuimos dos, más este chico, a tomar un té en un restaurant.
Hasta ese momento, Tilcara muy lindo… Llegamos al camping y el quilombo que nos habían dicho que se cortaba a eso de las 2 de la mañana, terminó a las 8… AAAAh pero era porque la MUSICA se terminaba a las 2 de la mañana, si se gritaban toda la noche de carpa en carpa, no había nada que hacer… Una falta de respeto hacia quienes queríamos descansar al menos unas 5 horas. Si dormí dos horas, creo que exagero! Patético.
Mi mente en algún momento dijo basta, y hasta pensé en volverme a Salta por el día que nos quedaba y pasar la siguiente noche ahí, en algún hostel, con tal de no vivir en semejante loquero. La otra opción era, al día siguiente, pagar un hotel ahí mismo en Tilcara, sin pensar en el precio… una noche para olvidar… y encima creo que era la única que no podía dormir!!