lunes, enero 29, 2007

13 DE ENERO - DIA 8

DEJANDO SALTA

Nos levantamos tarde, desayunamos y almorzamos con la tía. Juntamos todas nuestras cosas y salimos volando para la terminal en un remis vecino de la familia, no sin antes despedirnos de todos y sacarnos fotos. Llegamos justo y ahí nos encontramos con las chicas, ya que viajábamos juntas otra vez. Una provincia más que dejábamos atrás. Quedaba menos del viaje. Fuimos subiendo hacia Purmamarca, provincia de Jujuy.

PURMAMARCA

Como nuestro micro no paraba en S. S. de Jujuy, la capital de la provincia, tampoco entraba en Purmamarca... así que nos dejaba sobre la ruta, a escasos 3 km del pueblo en cuestión. Nada grave, pero igual una iluminada intentó hacer dedo a un auto que pasaba... y tuvo suerte! Nos levantó a las 5, con mochila, bolso y carpa...
Bajamos a la entrada del pueblo y comenzamos a recorrerlo, la plaza, la feria y alrededores. El famoso Cerro de los Siete Colores, quedaba de fondo como pintado, aunque después de todo lo que habíamos visto anteriormente, sinceramente no resaltaba tanto ante nuestros ojos. Sólo se trató de otra postal hecha realidad.
Creo que le dimos la vuelta al pueblo entero buscando lugar donde dormir, incluso casas de familia... Todo estaba ocupado y la gente seguía bajando de los micros en la entrada. Al pasar con las mochilas por enésima vez por la feria de la plaza, una señora se nos acerca y nos sugiere ir a una biblioteca, a 4 cuadras, porque allí recibían gente. Le hicimos caso y fuimos a ver si lográbamos un techo, ya que la otra opción era dormir en la plaza hasta que nos echara la policía, y ésa no estaba tan buena. Los astros y los purmamarqueños estuvieron de nuestro lado y pudimos quedarnos ahí. En total, para dormir esa noche éramos alrededor de 60 personas, distribuidas en los dos salones del lugar. Dejamos nuestras cosas y salimos nuevamente a pasear.
De casualidad (y porque Purmamarca es chico), nos encontramos con dos de los chicos que habían venido también y acababan de llegar. Los dirigimos al lugar donde dormíamos nosotras y luego seguimos dando vueltas. Yo sentía como si caminara sobre algodones, a pocos centímetros del suelo, pero sin tocarlo nunca... Evidentemente, algún tipo de mareo por la altura tenía. De todos modos no me animé a probar hojas de coca, ya habría otra oportunidad. Cenamos unos sandwiches de lomito en las carpas de venta de comida cerca de la ruta.
Aquella noche era Noche de Coplas (gente que va cantando por el camino, tocando una caja), razón por la cual el pueblo estaba repleto de gente, sobre todo en la plaza y en las calles, que bailaba, cantaba y tomaba vino en cajita hasta altas horas de la madrugada. Nos empapamos un poco de aquellos aspectos culturales sin ser partícipes. La distancia se sentía aunque estuviéramos al lado y habláramos con todos. Nos quedamos bastante en la plaza escuchando algo de folklore, un poco más conocido, y después nos fuimos a dormir. Ya era bastante tarde.

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