miércoles, marzo 31, 2010

DIA 10: Maimará

Tardamos un poco en levantarnos y dejar el hospedaje, ya que esta vez el que se sentía mal era mi novio. Esa mañana pensábamos ir al Pukará, pero no teníamos fuerzas, así que preferimos ir directamente a la terminal de ómnibus, a sacar un pasaje para nuestra esperada Maimará.
Una hora y media después, ya nos encontrábamos en camino hacia allá. Paradójicamente, el viaje duró tan solo 5 minutos. Llegamos a Maimará en pleno mediodía, el sol estaba terrible y el calor era una patada en la cabeza. Era como llegar a un pueblo fantasma, a esa hora y con esas condiciones climáticas, obviamente no había nadie en la calle. Esperé en la plaza, con todo el equipaje, mientras mi novio buscaba hospedaje. Después de algunas vueltas, encontró el hostel Flor de Maimará, que era el único que encontró abierto. Yo estaba a punto de desmayarme del hambre… Compré galletitas y fiambre y comimos ahí en la plaza unos mini sándwiches antes de emprender la caminata al hostel.
En el hostel nos recibieron los brasileños que lo manejaban, quienes además de mostrarnos nuestra habitación y comodidades, nos dieron a ver una carpeta en la que se resumían las diferentes actividades o excursiones que podían hacerse en o desde Maimará. Muy buenos datos y todo muy completo.
Dormimos un poco hasta las 4 de la tarde, luego salimos a dar unas vueltas, buscando comprar algo para el dolor de cabeza que teníamos. La farmacia, cuyo cartel decía que abría a las 5, abrió alrededor de las 6.20. Allá, es así… Aprovechamos el paseo por la calle principal para buscar un hospedaje un poco más económico, y encontramos una preciosa y antigua casa: el hospedaje “Qori Huasi”. Allí podíamos usar la cocina y teníamos habitación matrimonial para nosotros solos.
De regreso a Flor de Maimará, tomamos un té en el saloncito comedor para tratar de aliviar nuestra dolorida cabeza. Además, hacía un poco de frío… Como teníamos antojo de comer pizza, temprano, tipo 8, salimos a buscar dónde comprarla. En la plaza principal, en el costado derecho hay unos puestitos donde venden comida a la noche: hamburguesas, pizzas, sándwiches de lomito, etc. Ahí conseguimos una rica pizza con jamón, hecha por una señora muy amable que recién abría el puesto. La llevamos para el hostel y cenamos ahí, en el mismo saloncito.
Justo en el medio de nuestra cena, llegó un chico que se convertiría en nuestro compañero de habitación y con el que enseguida hicimos buenas migas. Le indicamos dónde podía comprar comida y nosotros aprovechamos la TV del hostel y vimos un poco de tele. Más tarde ya nos íbamos a acostar pero nos entretuvimos jugando a las cartas. Llegó nuestro compañero de cuarto y nos quedamos hablando como 1 hora entera de nuestros viajes.

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