viernes, marzo 14, 2008

VACACIONES: DIA 8

23 de Febrero
De La Quiaca a Villazón
Bolivia

Me desperté temprano con la partida de mi amor. Algo más dormí pero no demasiado, ya que aparentemente estaba peor del estómago que el día anterior. Fui a despertar a los chicos y desayunamos en la puerta de la habitación, “haciendo cordón”. Después del desayuno hicimos tiempo ahí mismo, guardamos todas nuestras cosas y nos dispusimos a esperar la hora de almuerzo, después de lo cual cruzaríamos a la hermana Bolivia. Sin embargo, adelantamos el almuerzo en seguida, pues se largó a llover lindo.
Al ratito, cargamos nuestras cosas bien cubiertas del agua, y partimos al Puente Internacional. Después registrarnos y de que Aduana nos dijera cualquier tongo acerca de nuestras cámaras de fotos, seguimos derecho a registrarnos en la parte boliviana. En minutos nomás, volví a estar fuera del país… ah, y con dos horas menos que en Argentina!
Recorrimos un poquito las calles repletas de locales que venden de todo, cambiamos moneda y nos tomamos un taxi hasta la estación de tren. Allí tirados, con todos los demás pasajeros, esperamos 2 horas a que saliera el bendito tren. Había gente que estaba peor, de todos modos, ya que habían llegado ese día a las 7 de la mañana y desde ese momento esperaban el tren. Nos pusimos a leer y escuchar música, y así pasamos el rato, hasta que nos avisaron que podíamos ir a despachar los bolsos. Con gran alegría y algo entumecidos, nos levantamos y llevamos nuestras mochilas. Al ratito estábamos ya en nuestro vagón. Buen tren, prolijo y limpio, con televisión incluida, baño, mozo de a bordo que iba ofreciendo cosas y un salón comedor.
Una vez pasadas las 3 primeras horas de hermosos paisajes, montañas, precipicios, cielos increíbles y fotos sacadas a través de la ventanilla, es cuando comienza a hacerse lento el viaje, y a uno empieza a molestarle el asiento acolchado pero que no se reclina, el pasajero de adelante, el de atrás que abre la ventanilla hasta arriba y te hace comer tierra, el mozo de a bordo que no para de ofrecer cosas y la televisión que pasa música que en tu vida se te hubiera ocurrido escuchar. Así fue que después de una película con mucha violencia y tiros, siguió el compilado de Raphael, Tormenta y los Pimpinela. Más tarde otra peli llamada “Bubble Boy”… un triste delirio, para terminar con “El tesoro perdido”, Disney con el pancho de Nicolas Cage.
A la noche apagaron, gracias al cielo, todas las luces y pude descansar, no sin antes haber comido un rico sanguchito de jamón y queso, semitostado. A lo lejos se veia el cielo iluminado por varios relámpagos. Hubo una pausa de 15 minutos parado el tren en el medio de la nada, en plena oscuridad… algo tétrico. Y cuando llegamos a la estación de Atocha, alguno que pasaba golpeaba los vidrios del tren, queriendo asustar…
Pasada la medianoche llegamos a Uyuni, rastreamos nuestros bolsos en un gran pasillo donde los habían tirado todos, y salimos de la gran estación para dirigirnos al Hostelling International, donde nos íbamos a hospedar, según referencias que nos habían dado antes. Pagamos la habitación y nos arrojamos en las enormes camas de plaza y media, con resortes metálicos en el elástico… Un placer dormir así.

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