miércoles, junio 27, 2012

MAIMARA 2011 - Miércoles 10/8



La vida en la villa veraniega


Nos levantamos un poco cansados para más excursiones, por lo cual decidimos ese día hacer vida de pueblo. Esta vez desayunamos un poquito más tarde y luego cruzamos la ruta para visitar Cauqueva (Cooperativa Agropecuaria y Artesanal Unión Quebradas y Valles http://www.cauqueva.com.ar/ ), y conocer el Museo de la Vida Campesina, que nos habían dicho que estaba muy lindo. Cauqueva se encuentra justo frente a Maimará.


Allí pudimos ver distintos elementos de la vida en la Quebrada, anécdotas, historia, nos contaron sobre los cultivos principales de la zona y vimos ejemplares de maíz y papa de todos los colores imaginables… Vimos además arados antiguos, telares, tinajas y una cantidad de otros objetos. Antes de irnos, compramos un libro con anécdotas y cocina quebradeña, tomamos nota mental de las obras completas de Rodolfo Kusch y también dejamos una colaboración para el museo.

De ahí fuimos al famoso cementerio de Maimará, recorrimos un poco. Un hombre que trabajaba ahí se nos acercó para pedirnos dinero para un vino o para comprar hojas de coca (que la gente allí masca, se le llama “coquear”). De su discurso habremos entendido 5 palabras, le dimos unos pesos y nos fuimos, ya que al parecer el buen hombre conversaba hasta con las piedras... pero en otro idioma.


Cruzamos el pueblo a lo ancho para ir a visitar la estación de trenes, pero la gente seguía allí, ocupando terrenos en los que apenas cabía una carpa… y sentimos que no era lugar para fotos turísticas… Pronto tuvimos hambre porque ya era la hora del almuerzo, así que fuimos a un restaurante de la avenida principal, llamado La Huella. El menú del día eran marineras! Sergio las comió con fideos tostados y yo con arroz y verduras. Todo venía acompañado con sopa de avena y gelatina de postre ($20 c/u), más las bebidas. Riquísimo!


Con la panza llena volvimos al hospedaje y dormimos una siesta de aquéllas. Más tarde preparamos las mochilas y fuimos a tomar mate al río Grande. Mojamos los pies en el agua helada de deshielo… súper refrescante! 


Era una tarde de sol tremenda, pero con mucho viento que levantaba oleadas de tierra por todas partes. Vimos una pastora con sus ovejas y cabras, cruzando el río…


Cuando nos cansamos de sacarnos la montaña de los ojos, rumbeamos para la plaza, no sin antes comprar en el quiosquito-heladería de enfrente unas mini pastafrolas y unos bombones. Muy ricos! Sergio estuvo practicando con la quena, vimos un rato los gatos de la casa de la esquina, y finalmente enfilamos hacia el hospedaje cuando bajó el sol y se nos acabó el agua del termo. 


Descansamos un rato, miramos un poco de tele, leímos otro poco… hasta que se hizo la hora de cenar. Esta vez, probamos en el comedor de la esquina frente a la Casa del Tata, “Mavy”, donde comimos unos sándwiches de lomito completos con una cerveza bien fría.


Antes de regresar al hospedaje, dimos una vuelta. Volvimos con ganas de pedir un postre… justo la noche anterior, Neli nos había prometido unas peras al vino, y nos las llevó al patio, donde nos habíamos puesto a jugar a la generala. Estaban riquísimas, y se veían geniales con sus rulos de crema chantilly… Qué grande, Neli!



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