Conociendo
gente en Maimará
Queríamos
aprovechar el primer día, así que nos levantamos tipo 7.30. Amaneció bastante fresco… Nos acercamos a
las mesitas con ventana al patio, donde tomamos un riquísimo desayuno con
medialunas caseras, tostadas con manteca y dulce de manzana casero. Luego le
pedimos a Nélida, la dueña, que nos pusiera agua a calentar para el termo y
salimos a visitar la Bodega y viñedos Dupont.
La
caminata no es para nada difícil, pero hay que cuidarse del sol y el calor,
pues por el camino no hay casi sombra. Rápidamente el día se fue poniendo
caluroso… Bordeamos el Río Grande hasta el fondo, hacia el norte, lo cruzamos y
vimos la entrada a los viñedos.
Pasando las primeras vides llegamos a una
casita, donde nos recibió Fernando Dupont, el dueño, porteño como nosotros. Nos
comentó un poco sobre los viñedos, el cultivo, la poda, el riego con agua
propia de pozo, que hacen subir por el cerro y luego bajan hacia el terruño, y
también sobre la limpieza que requieren las raíces ya que el agua es
ligeramente salobre y se deposita en ellas. Su mujer Amelia, cálida maimareña,
nos llevó a conocer la bodega y nos explicó paso a paso la elaboración
artesanal de sus vinos. Son todos trivarietales (Cabernet, Syrah, Malbec) de
alta calidad, ya que el terruño es chico. Al terminar el recorrido, entramos en
la casita donde podíamos ver los vinos en venta. Compramos tres vinos y emprendimos
la vuelta.
En el
camino de regreso paramos un ratito al lado del río, nos sentamos sobre un
muro, con los pies colgando hacia el agua. Tomamos unos riquísimos mates y
luego volvimos al pueblo. Dejamos las cosas en la habitación y fuimos a
almorzar al comedor de la pensión Los Parrales. Comimos unas empanadas con
cerveza, mientras una gataza de ojos verdes, tricolor y peluda se nos acercaba
a pedir mimos, y terminaba en mi falda ronroneando y rebozándose…
Por
primera vez en Maimará, dormimos la siesta. Más tarde salimos a caminar, y
fuimos hasta la antigua estación de trenes. Todo el lugar estaba ocupado con
asentamientos, por un problema de tierras que afectaba todo Jujuy, y como había
mucha gente preferimos no sacar fotos en ese momento. Recorrimos un poco el pueblo por la parte
elevada, la que está al lado de la ruta… Volvimos a bajar y nos sentamos en la
plaza, comimos mandarina mientras los chicos que habían salido de la escuela
jugaban. Caminamos otro poquito y compramos algo fresco para tomar y unas
galletitas. Enseguida se levantó mucho viento y, como estaban haciendo obras en
la calle principal, volaba la tierra por doquier. Volvimos al hospedaje y vimos
un poco de TV, mientras hojeábamos el menú del restaurant de la Casa del Tata.
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