jueves, agosto 27, 2009

AMON: su llegada

Amón nació en el barrio de Villa Crespo, Buenos Aires, alrededor del 25 de Octubre de 2008 (creo que 1 semana después debe haber sido, en realidad…). Yo hacía poco había empezado a buscar un gatito, luego de conversar con mi novio (pues sabíamos que algún día se convertiría en su mascota también). En mayo me había mudado sola y extrañaba la compañía de una mascota (en casa de mi mamá, desde mis 15 tenemos gatos – hubo hasta 3. Hoy queda 1 gato y 1 perro en su casa).

Como tengo unos cuantos espasmos bronquiales y la mayoría de ellos se deben a alergias, decidí buscar un gatito de pelo corto (para que no perdiera tanto pelo), en lo posible atigrado. Con tantos gatitos en la calle, ni se me ocurrió comprar uno, quería darle la oportunidad a alguno que no la tuviera fácil… Así que empezamos a recorrer veterinarias.

En una de esas recorridas, un mediodía vimos un gato de 3 meses color gris plomo, junto con otros gatitos pequeños de pelo más largo. Me había gustado mucho el gris pero a la salida de la oficina, se lo habían llevado. Sin embargo, apenas un par de días después, el 1 de diciembre, mi novio me llamó durante su hora de almuerzo pues había pasado por una veterinaria y había visto 2 gatitos atigrados minúsculos en una jaulita. Les sacó fotos y todo!


Entusiasmadísima, le pedí que averiguara si alguien ya los quería. Nos dijeron que una chica quería uno de ellos, así que esta vez sí, a la salida del trabajo pasamos por ahí para llevarnos uno. Nos parecían muy pequeños pero no teníamos ni idea y nos aseguraron que tenían 45 días, vimos que sabían ir a la cajita sanitaria solos y también comían alimento seco para cachorros, así que no lo pensamos más y abrimos la jaulita. De los dos gatitos, él fue el primero que llegó a la puerta (otra vez, porque había hecho exactamente lo mismo cuando mi novio los había visto al mediodía), a trotecito torpe, a subirse directamente a su mano. Era el elegido…

Fue su primer viaje en transporte público (pero no el último), lo llevamos en el ómnibus escondido bajo mi campera… El muy curioso ni miedo tenía, asomaba su carita para observar todo. Me transpiraban las manos de los nervios y la emoción, así que cuando llegó a casa tenía todo el pelito húmedo! En la veterinaria le habíamos comprado el alimento que comía, para bebés, una caja sanitaria y unas piedritas. Todo lo demás, lo tuvimos que improvisar: la comida y el agua en unos ceniceros de vidrio, su camita esa noche fue una caja de zapatos, acolchada con mis polainas de lana de llama cubiertas por mi camisón. Durmió allí toda la noche. Pero sólo la primera! La noche siguiente durmió sobre mi mano, hecho un bollito igual que en la caja de zapatos. Y a la tercera noche durmió en mi cuello, supongo se habrá acostumbrado a dormir enroscado con su(s) hermanito(s)… Es el día de hoy que aún busca dormir cerca de mi boca o nariz, sobre la almohada (cuando lo dejo, tal vez una siesta…).



Días después de su adopción lo llevamos a que lo viera un médico veterinario, lo revisó todo y por el tamaño de sus dientes nos dijo que seguramente tuviera 35 días como mucho, pero que era imposible que tuviera 45!

Siempre me apasionó la historia y la cultura egipcias, y en cuanto comencé a compartir mi vida con gatitos, también me apasionó el culto que tenían los egipcios por ellos. Por eso fue que había decidido que el gatito llevara un nombre egipcio. Con mi novio leímos esa noche un libro de los que tenía sobre cultura egipcia y nos decidimos por AMON. Ese era el nombre que los egipcios le daban a uno de sus dioses, uno de los principales y que más tarde se asoció con el de Ra (el dios del Sol). Significa “el oculto”, “el eterno” y se asocia con conceptos de aire, el que está en todo lugar y en todo momento.