lunes, agosto 31, 2009

CHEDDAR: la quesita que llegó después

Cheddar nació el 5 de diciembre de 2008, hija de una gata casera “tamaño de bolsillo” y de un gato birmano. A su madre la hicieron tener una camada antes de castrarla, porque querían que fuera lo más natural para ella (debo admitir que yo opino diferente… pero cada quien con su modo).

Fue la tercera y última de su camada. Sus hermanitos (2 machos) tuvieron por nombre, Fontina y Roquefort, mientras que a ella le tocó Cheddar. Ella era la más pequeñita y la que más luchaba por conseguir mamar. Luego también tuvo que luchar cuando los destetaron, por comer suficiente, ya que los hermanitos no le dejaban nada. Rápidamente dieron en adopción a los otros “quesos”, Fontina y Roquefort, a sus 45 días, y decidieron quedarse con Cheddar, pues la niña de la casa quería un gatito para ella, además de la gata madre.

Sin embargo, ese no era su destino, ya que empezaron a llevarse muy mal las dos gatas, la peque quería jugar con ella todo el tiempo (le habían quitado sus compañeros de juego) y la madre no quería saber nada de eso y se enojaba con ella. Muy a pesar de la pobre niña que quería que se quedara su gatita, en la casa decidieron darla en adopción, pues ya no soportaban las peleas (y creo que tampoco había paciencia suficiente para criar un gatito pequeño) de las gatas. Pero no encontraban quién quisiera adoptar una gatita de 4 meses…

Resulta que en aquella época yo estaba buscando un gatito más, para que fuera compañero de Amón pues él estaba muy solo todo el día y se estaba volviendo extremadamente cargoso cuando yo volvía a casa, a la par que muy travieso pues no tenía a nadie para jugar… Consulté en varios lugares y con bastantes personas hasta que me decidí por buscar una gatita hembra, menor que él en lo posible. Cheddar iba justo con lo que yo buscaba!

Por mi hermana (amiga de la dueña) me enteré que estaba en adopción, así que hablé con la dueña y luego de 15 o 20 días de castrar a Amón, la fuimos a buscar… La dueña tuvo ligeros problemas para atraparla y meterla en nuestro bolso de viaje, pues se escabullía por todos lados. Finalmente estuvo en el bolso y la llevamos en ómnibus hasta casa. Fue casi 1 hora de viaje en la que la pobrecita se la pasó con un lloriqueo afónico cada 10 minutos… Mientras le hablábamos y metíamos la mano para hacerle mimos y que se calmara. Estaba muy asustada, se le notaba en los ojitos y además se había hecho un ovillo en un rincón del bolso…


Llegamos a casa, donde dejamos el bolso cerrado por un rato, mientras Amón le daba vueltas olisqueando… Luego la sacamos y la llevamos al cuarto, donde pasó sus primeros días. Le hicimos muchos mimos esos primeros momentos, pero ella prefirió esconderse. Se ocultó bajo el acolchado de mi cama, sobre el colchón, y ahí se quedó toda la tarde y toda la noche. Ese primer día no salió de allí ni para comer, ni para beber, ni para ir a su caja. Al principio intentamos que saliera, la pusimos cerca de los cuencos y la caja, para que supiera dónde se encontraban… y a los pocos segundos ella volvía a su escondite. Lo comprendimos y no la forzamos a salir más.

A la mañana siguiente, bien tempranito, me despertó un movimiento a mis pies. Era Cheddar que salía, fue a la caja y comió un poquito, también bebió mucha agua. Luego volvió a esconderse en mis pies. Pero ahora ya me quedé tranquila… Ese día más tarde, salió varias veces y finalmente ya no se escondió más y se entretenía haciéndole frente a Amón del otro lado de la puerta…

Los dos se conocieron de a poco, y recién al cabo de un mes se acostumbraron el uno al otro, pues los dos tienen su buen carácter y personalidad bien definida. Se llevan bien, comen del mismo cuenco, duermen en el mismo lugar, y de vez en cuando se lamen entre ellos. También a veces se pelean… pero sé que en el fondo se quieren!