lunes, febrero 05, 2007

19 DE ENERO - DIA 14

GARGANTA DEL DIABLO

Nos levantamos temprano (yo ya estaba despierta) para hacer la excursión a Garganta del Diablo, yendo en remis desde la plaza. Sabíamos por dónde quedaba y a qué distancia, ya que esta vez habíamos sido previsoras y habíamos visitado un centro de turismo. La idea era ir en remis hasta allí, caminar un poco más hasta una cascada natural más alejada y volver caminando a Tilcara. Preguntamos bien al remisero cuál era el camino de vuelta, cosa de no perdernos.
Bajamos del auto y bajamos a ver la Garganta del Diablo, una pequeña cascada artificialmente concentrada sobre las piedras al precipicio, con una baranda de caño y una escalerita para bajar a ver mejor. Nada que uno no pudiera perderse de ver. Un par de fotos y ya enfilamos derecho subiendo el arroyo que formaba la cascada, buscando la original…
Era un día con mucho sol y hacía bastante calor, teníamos nuestras provisiones de fruta y agua para el camino. Menos mal, porque el camino no era nada corto y además había que cruzar el arroyo varias veces para seguir adelante. Finalmente, luego de caernos un par de veces al agua, y empapar zapatillas y medias, encontramos la cascada y nos sentamos en una piedra a observar y desayunar. Para llegar justo al lado de la cascada había que pasar unas piedras bastante más complicadas que las demás y caminar directamente por el arroyito… No tuvimos muchas ganas de intentarlo, así que nos quedamos ahí, disfrutando del sol.
Pegamos la vuelta enseguida, pues el camino era largo… El paisaje hermoso de quebradas nos hacía compañía. El sol estaba realmente fuerte, al menos, había que ir bajando por la huella bien marcada y era fácil. Aproveché que no teníamos guía y me fui a caminar adelante de todo.
Después de un camino que parecía no terminar nunca, llegamos nuevamente al pueblo. Almorzamos unos sandwiches en la plaza, y mientras las chicas volvían a su hospedaje a descansar, nosotras tres nos preparamos para la segunda excursión del día.

EL PUCARA

Las chicas nos esperarían con la merienda en su hospedaje (al que nos mudaríamos esa misma tarde). El pucará queda a 300 m del puente de Tilcara, "aisito nomás"… Así que fuimos caminando. Todavía hacía calor y había mucho sol, así que compramos más agua y la llevamos también.
Agregando un poco de cultura a este relato, la palabra "pucará" significa "fortaleza". Los pucarás se construían en las cimas de los cerros, para poder tener control de un mayor territorio para sus cultivos y población. El pueblo de los Tilcara construyó este asentamiento alrededor del año 1000 d.C., hasta la ocupación hispánica de 1549, pasando anteriormente por un corto período incaico. Cuando llegaron los españoles y los sometieron a sus reglas y trabajo, la población comenzó a abandonar la vida en el pucará, hasta deshabitarlo por completo.
Cientos de años más tarde, investigaciones arqueológicas intentaron compensar el abandono y reconstruyeron gran parte de las ruinas, permitiendo que hoy podamos entrar a sus casas de paredes de piedra, recorramos sus caminos, sus corrales, sus lugares de culto y los huecos para enterrar a sus muertos. El lugar está muy bien reconstruido, incluso hasta los techos de las casas… Entramos a casi todas las viviendas, fuimos por casi todos los caminos. La imaginación trabaja sola y este pueblo le gana al tiempo en su pucará, perdurando en sus piedras y sus plantas. También hay sectores no reconstruidos, y tal vez eso sea lo más impresionante de ver: las paredes de piedra hundidas, entre medio de los cactus y otras plantas; los restos de los techos derrumbados, claramente distinguibles en el mismo centro del círculo de piedras… Todo aquello que permitía demostrar que las reconstrucciones reproducían bastante bien lo original.
Las vistas desde lo alto son indescriptibles: el valle, el río, la imponente Quebrada de Humahuaca, casi en su totalidad… Pasamos ahí mucho tiempo, hasta haber recorrido casi todo. No llegamos al sector de los corrales, aunque intentamos darle la vuelta al cerro, porque ya era tarde y el pucará tiene su horario de cierre a las 18:00. Además, ya habíamos caminado tanto ese día… De todos modos, al bajar tuvimos tiempo de visitar un ratito el jardín botánico de altura que se encuentra en su base, y conocimos la gran variedad de especies de cactus que hay.

TILCARA A LA NOCHECITA

Volvimos al pueblo caminando pausadamente. Nos dirigimos hacia el camping e intentamos reclamar la devolución de la noche que no íbamos a dormir allí pero que ya habíamos pagado. No sólo no nos devolvieron nada, sino que además se quejaron ellos con nosotras por hacerlos renegar, por quejarnos de algo que supuestamente ya sabíamos o se nos había dicho, que el Enero Tilcareño, que yo soy sólo una empleada, que por qué se quejan tanto y qué sé yo qué más… Por si fuera poco, luego de llamar al de seguridad (se ve que la pobre señora de administración tuvo miedo de tres chicas…) y discutirnos lo indiscutible un rato más, nos avisaron que de allí en más no iban a recibir más turistas de Buenos Aires, porque renegaban mucho! En fin, justo lo que necesitábamos después de dos excursiones de completa paz en medio de la naturaleza, en medio de ruinas con espíritus antiguos… No quisimos más; simplemente nos retiramos de la administración convencidas de que no se podía hablar pues no servía de nada, y desarmamos la carpa, juntamos nuestras cosas y nos fuimos a ver a las chicas.
Ahí el clima era otro… Habían comprado vainillas, galletitas dulces y leche chocolatada. Mientras merendábamos, acomodábamos nuestras cosas y nos íbamos a bañar de a poco, conocimos al dueño, charlamos con una chica que cocinaba para el bar de su novio, y con varias personas más que iban pasando por la cocina-comedor.
Se hizo de noche… La última noche en Jujuy (la siguiente la pasaríamos en ruta, arriba del micro) y la última todas juntas (las chicas quedaban un día más). Decidimos ir a una peña que nos habían recomendado, El Kyncho. Cenamos ahí unas milanesas con huevo frito, ensalada o con papas. El lugar se fue llenando hasta rebalsar de gente que bailaba (ya era cualquier tipo de baile para cualquier tipo de música) y se divertía, sobre todo tirando talco y papel picado sobre las cabezas de la gente, ya que esto viene de los festejos de carnaval y es una forma de "sacarse el diablo" (junto con el baile, por supuesto). Bailando y divirtiéndonos nos quedamos hasta bien tarde… Llegué al nuevo hogar y, por fin, dormí!!!

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