martes, enero 30, 2007

17 DE ENERO - DIA 12

HUMAHUACA CON SOL

Amaneció un sol espléndido... Nos levantamos más tarde que de costumbre. Fuimos a la plaza, paseamos un rato, compramos pan y fiambre y almorzamos en las escaleras, en un poquito de sombra que encontramos... el sol nos calcinaba y a la sombra estaba fresco como para mangas y pantalones largos. Nos habían sugerido también ir a la localidad de Coctaca, a ver unas ruinas. Averiguamos y después de mucho preguntar y que nos divagaran un poco (que hay un colectivo, que para allá, espérenlo... no, chicas, hay un solo colectivo y ya salió...), a media tarde conseguimos una camioneta que nos tiraba allí y luego nos pasaba a buscar de vuelta. En el camino (bastante complicado porque había habido mucha lluvia por los caminos), íbamos charlando con los otros pasajeros (gente de Coctaca) y se nos cagaron de risa, pues para ir a las ruinas teníamos que tener mucho más tiempo y además nos tenía que llevar alguien, que nos guiara, y no bajarnos en Coctaca y caminar, ya que no íbamos a llegar a ningún lado... Mucha opción de vuelta atrás no teníamos, así que decidimos quedarnos en la camioneta, bajarnos de todos modos y caminar por ahí, a ver qué tal era el paisaje... No había nada llamativo para ver, a decir verdad, sólo un par de casitas de adobe y piedra. Caminamos un trecho y volvimos hacia el punto en el que debíamos esperar para volver, una escuela gigantesca (los chicos viven allí de lunes a viernes, nos explicaron más tarde). Pusimos todo nuestro esfuerzo para llegar a las ruinas de todos modos, vimos a lo lejos una casita con gente y fuimos a preguntar. No funcionó... Nos dieron un precio muy alto y ya estábamos podridas de estar ahí sin saber qué hacer. Menos mal... Apenas salió la camioneta de esta casita, hizo unos metros y se le quedó el motor.
Esperamos la nuestra. Subimos todas a la caja. Fue muy divertido! El camino era complicado de piedras y pasos de arroyos, por lo cual los saltos eran tremendos como los de un samba y realmente había que agarrarse con mucha fuerza para no caerse con las zarandeadas! Un extranjero en una bici nos saludó un par de veces al cruzarnos... Después lo perdimos en la distancia.
Pies en el suelo firme otra vez. Preparamos el mate y nos fuimos a las escaleras nuevamente, compramos tortas fritas (unas con queso adentro!) e hicimos nuestra merienda allí. Nos hicimos un "amigo hippie" que primero se acercó por unos mates y después nos contó que él vivía en Coctaca hacía un par de años. También habló de la teoría de la guerra espiritual en la que el cree, mientras yo me hacía amiga de su perrito que se dormía en mi falda y después no se quería ir. Nos despedimos cuando empezó a bajar el sol y nos moríamos de frío (para ese entonces ya sólo éramos 2 en su auditorio...).
A la noche, habíamos planificado ir a otra peña: Aisito. A la tarde habíamos pasado por la puerta del lugar y nos había gustado mucho la onda. A la noche, estaba mucho mejor, con velitas en todas las mesas, los muebles y demás decoraciones hechas en cardón o madera, foquitos de luz de colores cubiertos con arpillera... Un grupo tocaba folklore, iban cambiando los instrumentos y los roles, había bailarines, que a veces también tocaban algún instrumento, y hasta hubo acrobacias con aro y telas. Como espectáculo, fue realmente hermoso, tanto en lo visual como en la música... Pero el escenario se comía a la gente, que se quedaba sentada, mirando y cantando... Sin bailar. Acá fue que entendimos que estar sentadas en algún lado, por más que fuera en el medio de la fiesta, nos daba sueño, nos íbamos quedando dormidas. Cuando el grupo dejó de tocar y comenzaron a bajar el volumen de la música, nos fuimos a dormir.

lunes, enero 29, 2007

16 DE ENERO - DIA 11

HUMAHUACA CON LLUVIAS

Llovió toda la noche, sin embargo no caía agua adentro, por suerte. La casa era de adobe, como muchas por la zona y la humedad que se juntaba entre sus paredes ya tenía nombre, apellido y número de documento. Dormimos bastante esta vez, ya que mucho no se podía hacer con tanta agua en todos lados. Resolvimos mudarnos a otro lado ese mismo día.
Cuando hubo amainado un poco, salimos de shopping otra vez, por la feria de la escalera, a la vez que íbamos preguntando por otros lugares para dormir aquella noche. Obviamente que seguimos comprando como locas, con los precios que había... Al ratito desayunamos en la plaza y seguimos dando vueltas otro poco.
Pronto se hizo la hora del almuerzo y para eso fuimos a un restaurant que habíamos visto al pasar y que aparentemente no era tan caro. Un grupo de folklore tocó ahí mismo mientras comíamos. Muy bueno!
Después del almuerzo continuamos con las compras (tuvimos que comprarnos canastas para llevar todo) y conseguimos otro lugar para dormir. Era otra casa de familia, pero en pleno centro, con todo muy cerca. Una familia divina, con una atención excelente. Todo el tiempo teníamos las cosas ordenadas, las camas hechas, el cuarto limpio, agua para el mate... Les reservamos y fuimos a buscar nuestras cosas a la otra casa. Apenas terminamos de acomodar todo en nuestra nueva vivienda, se largó el chaparrón de la historia, durante un buen tiempo, y ni hablar de salir! Hubo bache de actividad... "No sé... resolvamos un problema existencial! ... algo!" (otra vez, palabras de F***)
Cuando dejó de llover volvimos a salir. Las calles todavía tenían pequeños ríos y restos de barquitos de papel... Paseamos y tratamos de encontrar un local para chequear los mails y boludear un rato. Tardamos, pero al final lo logramos. Al pasar averiguamos dónde ir aquella noche. Nos decidimos por la peña de Ricardo Vilca (músico humahuaqueño que ahora está haciéndose bastante conocido). Volvimos a vestirnos y abrigarnos, más tarde salimos para cenar allí en la peña.
Estuvo bastante bueno. Mientras cenábamos nos pasaron la película Río Arriba (sobre Iruya y los ingenios azucareros), habló unas palabras su creador y luego tocó Vilca con sus músicos. La peli estuvo muy buena, como para quedarse ... La música fue indescriptible, transmite la misma paz que tiene Vilca al hablar y al tocar, una sensación de viajar por los paisajes que habíamos conocido... Hermoso y emocionante, al menos para mí. Después se puso más divertido y hasta nos enganchamos en un carnavalito por entre las mesas. Nos quedamos bastante hablando con uno de los músicos, un rato largo, hasta que se fue casi todo el mundo, sobre Jujuy y la vida que se lleva ahí, las diferencias con una ciudad como Buenos Aires... Y esa es la clase de contacto con la gente que yo buscaba, lo que te abre la cabeza a otros puntos de vista...
Esa noche estaba mucho más lindo el clima, aún con frío pero con un cielo despejado y lleno de estrellas hermoso! Yo estaba filtrada de cansancio y algo machadita con un vino en jarra que tomamos entre dos... Nos fuimos a dormir.

15 DE ENERO - DIA 10



MAÑANA EN PURMAMARCA

Nos levantamos temprano para disfrutar nuestros últimos momentos en este pueblo. Los chicos se quedaban una vez más. Las chicas salimos para el Cerro. Fuimos por la parte del cementerio, a un costadito del camino al cerro, muy pintoresco realmente, con flores de papel de mil colores distintos, brillando al sol. El camino se llama Paseo de los Colorados, precisamente porque ese es el color que más predomina en las piedras del paisaje, y va recorriendo parte del cerro y sus alrededores. Hermoso! Una caminata descansada, con sol y viento fresco. Mi amiga y yo bajamos del cerro al pueblo por otro lado en vez de seguir subiendo. En la bajada nos encontramos con un corral de cabritas y nos sacamos fotos, hasta que una de ellas se ve que o no le gustó el ángulo de la cámara, o se dio cuenta de nuestro talento fotográfico, porque se adelantó y quiso acercarse a nosotras... que, como no nos gusta la popularidad, salimos corriendo.
De vuelta, nos despedimos de los chicos, pues posiblemente no nos cruzaríamos más durante el viaje, y agarramos nuestro equipaje para ir a esperar el micro a Humahuaca, nuestro siguiente destino. Volvimos a almorzar lomitos completos con "salchi-papas" ahí en las carpas.
El viaje se alargó porque hizo paradas en Maimará, en Tilcara y en Uquía.

HUMAHUACA

Para variar, el micro nos deja y entramos a boyar buscando hospedaje, pero estaba complicada la cosa... Los que teníamos más cerca estaban todos repletos. Los campings también rebosaban de gente o eran muy caros para lo que ofrecían. Seguimos caminando, encontramos la plaza y enfilamos para el otro lado de la ciudad a ver si teníamos más suerte. A mitad de la plaza nos para una nenita que nos ofreció una casa de familia para quedarnos. La seguimos... No era demasiado lejos pero sí incómodo, quedaba en la parte de más arriba, en los suburbios... o serán "arriburbios"?? Igual... cansadora, la subidita.
Una vez que teníamos techo, no nos importó más nada. Dejamos todas nuestras cosas y salimos a pasear. Recorrimos la feria de las escalinatas y algunos locales más del centro. Nos compramos de todo un poco... como para ir calentando las billeteras!
Un chico que vivía en la casa en la que nos alojábamos nos sugirió que fuéramos a sacar entradas para un concurso de baile, 4° Concurso de Saya, entre Bolivia y Jujuy. Así hicimos ($5), aunque no sabíamos bien qué era lo que íbamos a ver. Empezaba a lloviznar! Raro, no?
Callejeamos un poco más, buscando un lugar donde tomar el té, con medialunas. De los pocos que había abiertos, entramos a varios, pero los precios no nos convencían. En uno preguntamos si había medialunas y la chica del mostrador, en un porteño perfecto, nos dice que no, que en Humahuaca no había medialunas porque "es una masa que no se banca este clima". Casi nos morimos de risa en su cara... en todos los demás lugares de Humahuaca sí había medialunas!!! Porteños chamuyeros... De todos modos, y a pesar de la mentira, nos quedamos ahí para no seguir dando vueltas (llovía más fuerte y empezaba a hacer frío). Me tomé un té con tostadas y probé el dulce de cayote. Riquísimo!
Hicimos un ratito de tiempo y ya fuimos para el concurso. Menos mal, porque conseguimos buenos lugares en las gradas. Empezó media hora más tarde de lo previsto, porque se había largado el diluvio universal afuera y los grupos de baile todavía estaban en camino, en especial aquellos de Bolivia. Para cuando empezó, yo ya tenía hambre y un poco de sueño... Pero lo que vimos nos impactó tanto que nos despabilamos bastante. El show en sí era largo y a la mitad tuvimos que salir dos a ver si encontrábamos algo abierto para comer algo. Algo encontramos... una vieja vendía golosinas y otras cosas saladas todo en un carrito, bajo un paraguas en medio del diluvio. Le compramos de todo, que obviamente no nos alcanzó pero nos entretuvo el estómago. Igual, no hubo más cena que ésa.
Lamentablemente, nos fuimos antes de que terminara el concurso porque ya nos caíamos del sueño... Al salir todavía llovía bastante, por supuesto, y había ríos en la calle. Subimos río arriba hasta nuestro hogar, en el que nos esperaba un patio completamente inundado de 2 cm de agua, por lo menos. Conocimos a nuestros compañeros de casa, dos chicas y dos chicos, charlamos segundos con ellos, que estaban comiendo algo ahí en el patio lleno de agua. Luego, nos tropezamos con la cama y caímos dormidas.

14 DE ENERO - DIA 9

SALINAS GRANDES

Nos cansamos de descansar! El "recreo" de Salta nos había dejado con ganas de volver a las excursiones. Por eso nos levantamos temprano para ir a las Salinas Grandes... Pero llovía bastante, así que seguimos durmiendo un rato más. A la segunda vez sí nos levantamos, el cielo se veía mejor, nos preparamos y fuimos a almorzar lomitos otra vez en las carpas. Los chicos no nos siguieron, así que las chicas nos anotamos en una lista para unas combis. Casi 2 horas más tarde nos subieron a una camionetita y partimos para las Salinas. Para ese entonces, el clima había vuelto a empeorar... Nos habían dicho que el camino subía mucho, que previniéramos el apunamiento. Me animé a las hojas de coca. No era tan grave.
En el camino, la conductora paró primero para mostrarnos el punto en el que mirando hacia un costado podemos ver todo lo recorrido, zigzagueando por el cerro como un dibujo. Más adelante volvió a parar en el punto más alto de todo el camino, a los 4.000 y algo msnm...
Llegamos al paisaje blanco y desierto de las salinas. Llovía con viento y hacía mucho frío... y nosotras de saquito o camperita y ojotas... ! Brrrr! Caminamos sobre la sal y el agua todo lo que soportamos, aunque no llegué a ver los piletones de donde sacan la sal, más que de lejos. Después nos paramos al reparo del restaurant construido de sal (que está cerrado) a ver las artesanías de sal, juntar piedritas también de sal, por supuesto... y de vuelta nos metimos a la camionetita. Sentía la piel tirante del viento y el agua salada, los ojos me lloraban a pesar de los anteojos; me pasé la lengua por los labios y estaban salados como si me hubiera metido al mar. Como todo hasta ahora, valía la pena haber ido igual...
En el camino de vuelta me dormí... En un momento me desperté y abrí los ojos. Pensé que estaba soñando viajar en avión: lo único que veía por la ventanilla era blanco... Nos "atacó" una nube bastante densa, y el camino de montaña hubo que hacerlo a paso de hombre... no se veía absolutamente nada alrededor de la camioneta. Por suerte, nuestra conductora sabía lo que hacía.

PURMAMARCA DE VUELTA

Llegamos muertas de hambre y fuimos a tomar y comer algo a una casa de té muy bonita frente a la plaza. También aprovechamos para hablar por teléfono a nuestras casas...
Más tarde nos abrigamos y comenzamos a buscar una peña para ir. Todo era medio caro si lo que queríamos era cenar y ver el show. Por otro lado, dimos tantas vueltas que se nos hizo un poco tarde para la cena... Empezamos a buscar lugar aunque fuera solamente para comer y nada, todo lleno. Fuimos para las carpas, también lleno de gente, y empezamos a escuchar en todos lados que ya no quedaba mucha comida. Entramos al primer lugar que vimos, una esquinita ahí cerca de las carpas, donde hacían pizzas, empanadas y demás. Pedimos empanadas y pizza. Tuvimos suerte pues nuestra pizza fue de las últimas que salieron, y más suerte, porque en cuanto estaban por darnos nuestras empanadas, se liberó una mesita y pudimos sentarnos a comer! Mientras tanto, en la tele habían puesto videos de Los Bibys (grupo tropical ochentoso de Bolivia). Un rato antes nos habíamos cruzado a los chicos, que andaban por ahí, esperando comer en las carpas.
Después de comer fuimos a pasear por la plaza y alrededores, hasta que la mayoría se cansó y se fue a dormir. Dos nos quedamos un rato más en la plaza y escuchamos un grupo de pibes (también turistas de la ciudad, como nosotras) que tocaban una mezcla de jazz con otra cosa, con variados instrumentos. Excelentes... tanto que no podían parar de tocar, se iban a levantar y se les formaba otro grupito de público alrededor. Al rato, ya nos levantamos unos cuantos más y se desarmó todo. A dormir a nuestro centro de evacuados !!

13 DE ENERO - DIA 8

DEJANDO SALTA

Nos levantamos tarde, desayunamos y almorzamos con la tía. Juntamos todas nuestras cosas y salimos volando para la terminal en un remis vecino de la familia, no sin antes despedirnos de todos y sacarnos fotos. Llegamos justo y ahí nos encontramos con las chicas, ya que viajábamos juntas otra vez. Una provincia más que dejábamos atrás. Quedaba menos del viaje. Fuimos subiendo hacia Purmamarca, provincia de Jujuy.

PURMAMARCA

Como nuestro micro no paraba en S. S. de Jujuy, la capital de la provincia, tampoco entraba en Purmamarca... así que nos dejaba sobre la ruta, a escasos 3 km del pueblo en cuestión. Nada grave, pero igual una iluminada intentó hacer dedo a un auto que pasaba... y tuvo suerte! Nos levantó a las 5, con mochila, bolso y carpa...
Bajamos a la entrada del pueblo y comenzamos a recorrerlo, la plaza, la feria y alrededores. El famoso Cerro de los Siete Colores, quedaba de fondo como pintado, aunque después de todo lo que habíamos visto anteriormente, sinceramente no resaltaba tanto ante nuestros ojos. Sólo se trató de otra postal hecha realidad.
Creo que le dimos la vuelta al pueblo entero buscando lugar donde dormir, incluso casas de familia... Todo estaba ocupado y la gente seguía bajando de los micros en la entrada. Al pasar con las mochilas por enésima vez por la feria de la plaza, una señora se nos acerca y nos sugiere ir a una biblioteca, a 4 cuadras, porque allí recibían gente. Le hicimos caso y fuimos a ver si lográbamos un techo, ya que la otra opción era dormir en la plaza hasta que nos echara la policía, y ésa no estaba tan buena. Los astros y los purmamarqueños estuvieron de nuestro lado y pudimos quedarnos ahí. En total, para dormir esa noche éramos alrededor de 60 personas, distribuidas en los dos salones del lugar. Dejamos nuestras cosas y salimos nuevamente a pasear.
De casualidad (y porque Purmamarca es chico), nos encontramos con dos de los chicos que habían venido también y acababan de llegar. Los dirigimos al lugar donde dormíamos nosotras y luego seguimos dando vueltas. Yo sentía como si caminara sobre algodones, a pocos centímetros del suelo, pero sin tocarlo nunca... Evidentemente, algún tipo de mareo por la altura tenía. De todos modos no me animé a probar hojas de coca, ya habría otra oportunidad. Cenamos unos sandwiches de lomito en las carpas de venta de comida cerca de la ruta.
Aquella noche era Noche de Coplas (gente que va cantando por el camino, tocando una caja), razón por la cual el pueblo estaba repleto de gente, sobre todo en la plaza y en las calles, que bailaba, cantaba y tomaba vino en cajita hasta altas horas de la madrugada. Nos empapamos un poco de aquellos aspectos culturales sin ser partícipes. La distancia se sentía aunque estuviéramos al lado y habláramos con todos. Nos quedamos bastante en la plaza escuchando algo de folklore, un poco más conocido, y después nos fuimos a dormir. Ya era bastante tarde.

domingo, enero 28, 2007

12 DE ENERO - DIA 7

SALTA TODO EL DIA

A pesar de haber trasnochado, nos levantamos temprano. Se ve que habíamos descansado bien (bue, además de lo dormido en el último viaje en micro, claro). Desayunamos con la tía y sus chicos, y luego partimos para la ciudad, a encontrarnos con las otras dos chicas. Las encontramos en medio de un pequeño desfile carnavalesco que terminaba...
Nuestros anfitriones nos habían hecho un mapita del centro, con puntos importantes para ver, e incluso lugares para comer. Lo seguimos lo mejor que pudimos. Vimos la Catedral, la Iglesia de San Francisco, el convento con la puerta tallada en madera más antigua. Almorzamos en El Palacio de la Pizza, rico pero un poco caro. Nos agarró una lluvia fuerte al salir.
Las chicas volvieron a su hostel, mientras nosotras nos resguardábamos de la lluvia visitando el Museo Arqueológico de Alta Montaña. Como aquí conservan todo a muy bajas temperaturas (imitando aquellas condiciones en las que todo fue encontrado), el frío que hacía ahí adentro sumado a que todavía estábamos bastante húmedas por la lluvia, se hacía insoportable. Por suerte, nos dieron unos ponchitos de polar en la entrada. Con videos explicativos, guía y carteles, pudimos conocer la historia de los Niños del Llullaillaco, encontrados momificados por el frío en el volcán, ofrendados hace miles de años en el marco de una celebración indígena llamada Capacocha. Las momias no se encuentran en exposición pero sí todos los objetos que fueron encontrados con ellas. Otra vez si uno hace uso de su capacidad de imaginación, la imagen es fuerte e impresiona bastante. También impacta el hecho de ver todo tan perfectamente conservado, como si no tuviera más de 30 años... los muñequitos, los recipientes en los que llevaban comida, las ropas y mantas... La cercanía de lo antiguo, de una cultura lejana pero que ha dejado huellas.
Fuera del museo, y luego de saludar a la tía de mi amiga que resultó trabajar allí mismo, nos encontramos nuevamente con las chicas, compramos algunas cosas por el centro, fuimos hasta la terminal a comprar los pasajes, me comí un copo de azúcar en el camino, y volvimos nuevamente a nuestro hogar en el campo. Ahí nos cambiamos y salimos de nuevo para la ciudad.
La idea era ir a alguna peña, para lo cual teníamos otro mapita con las mejores. Caminamos hasta donde estaban la mayoría y fuimos viendo. Cenar ahí era demasiado caro, por eso comimos unas hamburguesas en un local a la calle, al lado de una remisería.
Los chicos y las chicas iban a ir a un pub / boliche (o algo similar), no nos encontramos más que con uno de ellos que se había arrepentido... Fuimos los cuatro a una de las peñas, La Vieja Estación, donde tocaba una banda en vivo y la gente bailaba todo tipo de música hasta entre las mesas. Tomamos cerveza y un vino que casi no podemos terminar. Fue una salida excelente! Algo machaditos estábamos... Tuvimos que parar en el hostel de los chicos para ir al baño. Ahí nos encontramos con las chicas que ya habían vuelto de su salida y les contamos. Nos llamaron un taxi desde el hostel y volvimos al campo (dormí todo el viaje), tipo 5 de la mañana.

11 DE ENERO - DIA 6

LAS 7 CASCADAS

Nos levantamos y desarmamos todo. Dejamos todas nuestras cosas en una pieza de la administración del camping. Fuimos al centro a comprar los pasajes para Salta capital, también compramos fruta y esperamos dos remises para ir hasta las cascadas, ahí cerca, todas las chicas y dos de los chicos.
Llegamos y conseguimos un guía dispuesto a llevarnos hasta las dos primeras cascadas (las accesibles al público en general). Nuestro guía era un capo. A medida que íbamos subiendo, él nos indicaba exactamente en dónde ir colocando ambos pies y manos... Por eso fuimos aumentando la "colaboración a voluntad" que debíamos darle al final de la excursión. La subida fue difícil por el sol y por algunas piedras y pasos de arroyo, casi perdemos a uno de los chicos que se adelantó y siguió solo un rato... Pero fue muy divertido!
Los chicos se animaron, bajaron por entre las piedras hasta la primera cascada, mientras nosotras los mirábamos desde arriba. Todavía estoy arrepintiéndome de no haberlos seguido.
Continuamos todos hasta la segunda, en la que también uno podía meterse en el agua y debajo de la cascada. Sin embargo, lo más divertido era hacerlo desde atrás del agua que caía... Primero había que pasar por una minúscula entrada a la cueva, gateando, hasta llegar a su interior. Desde allí, una vez de pie, sólo era tirarse de cabeza desde el borde de una piedra y pasar por debajo de la cortina de agua para salir nuevamente al exterior. Tres de nosotras las chicas nos animamos esta vez y borramos el calor de la subida con el chapuzón congelado... Quedé última en la cueva pero no lo dudé, a pesar de que no sabía si me iba a dar la cabeza contra la piedra o salir bien. Abrí los ojos bajo el agua helada y busqué el color marrón más clarito que me indicaba la luz. Perfecto! Fue increíble...
La bajada fue mucho más relajada, aunque se nos notaba el cansancio encima. Por suerte, el sol iba tapándose con algunas nubes.
Al llegar al camping, mi amiga y yo hicimos uso de las comodidades del lugar y nos metimos unos segundos en la pileta. Luego volvimos con los chicos, juntamos nuestras cosas y partimos a la terminal. Tomamos el micro. Pasamos por la Quebrada de las Conchas y les mostramos a los chicos lo que habíamos visto nosotras. Esta vez pude ver otra figura de piedra tallada por la erosión, que llaman El Monje... de pie, en oración, según lo vi desde la ventanilla.

SALTA

Después de 4 horas de viaje y sueños varios, llegamos a la capital de la provincia. hermosa, como todos dicen, pero una ciudad al fin... Tan grande y tan distinta a lo que veníamos viendo, que nos chocó un poco ver tanta gente, autos, semáforos y colectivos.
Las tres compañeras de viaje originales teníamos alojamiento en lo de una conocida de mi familia, que nos recibió más que amablemente en su casa, y que terminamos por adoptar como tía. El resto de nuestros recientes amigos y amigas consiguieron por suerte un hostel en el centro de la ciudad. Había llovido mucho y los campings habían evacuado su gente hacia todos lados, todo estaba complicado para dormir, además de que era bastante tarde ya... Nosotras seguimos las indicaciones y nos tomamos el colectivo para ir al campo (yendo a Campo Quijano) donde quedaba nuestro nuevo hogar.
Después de picar algo y de unas horitas de charla con la tía, una ducha caliente y a dormir, en camas de plaza y media... Eran las 4.00 a.m., pero qué felicidad! La tranquilidad del campo aplacaba la locura urbana que no queríamos ver tanto.

viernes, enero 26, 2007

10 DE ENERO - DIA 5

CAFAYATE

Qué noche, Teté… Voy a decir que intenté dormir en ese pasillo, puse todo mi esfuerzo durante 3 horas o algo así, pero fue imposible. Había que abrir las dos minúsculas ventanas para no asfixiarnos en aquella cucha y ni siquiera así era cómodo respirar. Me saqué la ropa y momentos después salí de la bolsa de dormir porque me moría de calor… Pero los mosquitos entraban y salían del dormi como si fuera un restaurant, y no paré un segundo de rascarme ni de espantarme zumbidos de la oreja, a pesar de haberme bañado en repelente minutos antes. No había forma de dormir así, era imposible, al menos para mí (y para la que tosía de fondo con los pulmones medio cerrados)… Así que me vestí de nuevo y, puteando bajito pero constante, me levanté y me fui del dormi. Me acerqué a las escaleras que llevaban a los baños y prendí un cigarrillo para ver qué se me ocurría. Pero nada… Sólo quedarme ahí afuera, esperando que se hiciera de día o me durmiera sentada en los escalones. Pero recién eran las 3 y pico de la madrugada, faltaba mucho para la luz del día. Gracias a Dios, vino mi amiga la de la tos con una idea maravillosa: sacar aislantes y bolsas afuera y dormir echadas en la puerta del dormi. Excepto volver a entrar a ser comida, cualquier cosa era buena idea… Me terminé el pucho y la seguí. Afuera pasaban las ranitas, mosquitos no había (claro, si estaban todos en el dormi) y el clima era perfecto. Dormí como un bebé.
Lástima mi error de principiante! Como una completa idiota, no me fijé en el leve declive en el que apoyé la cabeza… Al sentarme en la bolsa de dormir cuando me desperté, tuve una tremenda hemorragia nasal que no me paraba con nada. Estuve más o menos 40 minutos desangrándome y ahogándome en el baño, las chicas iban y venían sin poder ayudarme en nada, yo me desesperaba de pensar que capaz tenía que perderme la excursión, ya que la nota ponía énfasis en la puntualidad! Pero no fue así, por suerte la hemorragia decidió cortarse sola 10 minutos antes. Salimos corriendo y llegamos a la combi a las 7:59…

QUEBRADA DE LAS CONCHAS

Para mí, una buena manera de definir este lugar, es decir que se trata de paisajes de no creer, de una belleza y una majestuosidad incomparables, como nada antes visto, que borran el tiempo y desbordan los ojos… Es demasiado, no alcanza la vista… Yo quise ser toda ojos!
Era una mañana de sol. La combi nos llevó hasta la primera parte de la excursión, conocida como La Punilla, en donde las formaciones de las rocas son extrañísimas y hermosas. Inquietantes! Y pensar que todo eso antes estuvo cubierto de agua, hace miles de años, es algo que simplemente no tenía lugar en mi pequeño y humilde cerebro. Todo aquello había sido un inmenso lago o un mar (ya no me acuerdo), y dicen que aun hoy la gente encuentra restos fósiles (de ahí también el nombre de la quebrada).
Volvimos a subir a la combi, concentradas en el insólito paisaje de "fondo del mar desierto" que se desplegaba durante todo el camino. Me sentí liliputiense. Esta vez nos detuvimos en lo que se conoce como La Yesera (por sus yacimientos de yeso) y en el que subimos bastante y caminamos casi una hora, para ver los diversos estratos que le dan color al paisaje. Las oxidaciones de hierro en rojo, las de cobre en verde, las de azufre en amarillo… líneas de colores bien claritas en todos lados, horizontales y diagonales por los movimientos de las placas tectónicas. Parece mentira que no sean pintadas… y que todo sea tan inmenso. Acá el sol agobia mucho y se hace lenta la caminata… También hay mucho viento, el último tramo de la vuelta tuve que hacerlo con los ojos casi cerrados (lloraban, llenos de tierra, detrás de los anteojos de sol), siguiendo lentamente lo poco que veía de los talones de quien iba delante de mí y tratando de no llevarme puesta ninguna de las plantas espinosas de por ahí.
Seguimos un poco más en la combi y paramos para ver Los Castillos, una formación también hecha por el agua y el viento, hace tiempo… imagino una cascada bajando por entre estas piedras. Para llegar hay que cruzar (conviene que sea descalzo) un pequeño arroyo arcilloso (el contacto con la piel es hermoso! Sumamente relajante…), metros más adelante gigantescas piedras que cierran el cielo casi por completo, asemejan torres de un castillo y un pasillo entre ellas permite el paso hacia el interior. Nuestro guía nos contaba que la mayor parte de esos lugares por allí, tienen dueños, muchos los poseen inútilmente sin darles ningún uso, y otros (como en el caso de la dueña de Los Castillos), los utilizan en ocasiones como corral de ganado.
Más adelante nos esperaban otros famosos puntos, también esculpidos por el viento y el agua de otros tiempos: El Anfiteatro y La Garganta del Diablo. Desde la ruta que nos lleva puede verse a la izquierda una roca grande con la forma perfecta de un sapo… por una cuestión de lógica, se trata de El Sapo. Al Anfiteatro se entra por un pasillo similar al de los Castillos, pero el interior es circular, amplio y deja ver el cielo. Su nombre se debe a que sus altas y gigantescas paredes le dan al lugar una acústica muy particular, que lo hace favorito para llevar instrumentos musicales y entretener los oídos a la vez que los ojos. Un poco más allá, la impresionante Garganta del Diablo se abre de repente entre la piedra como la boca de un gigante. La piedra invita y, para seguir agasajando la vista y los sentidos, hay que subir un poco más. Uno no se da cuenta pero sigue subiendo, entrando en esa garganta, sintiéndose minúsculo entre tanta inmensidad que te rodea y envuelve. Yo llegué hasta que no se podía subir más, hasta que una gran pared de piedra vertical me puso los frenos.
Lo recuerdo y lo veo perfectamente… pero sé que si fue demasiado para mis ojos y para las fotos, también lo es para las palabras. Nada alcanza para describir las sensaciones. Definitivamente hay que estar allí.

CAFAYATE DE VUELTA

Volvimos alrededor del mediodía, justo para almorzar. Elegimos el mismo lugar de la noche anterior. A la vuelta para el camping, dos paramos en un puesto callejero a comprar un kilo de uvas con una pinta bárbara. Las otras chicas siguieron más adelante. Nosotras dos volvíamos despacito, cuando nos sorprendió un chaparrón importante a mitad de camino, donde no había ni medio techito para resguardarse. Seguimos unos metros más, hasta acercarnos a un alero de cañas, donde tuvimos que parar porque se nos estaban empapando mochila y riñonera con teléfono, plata y demás cosas que no debían mojarse. Resultó ser un puestito de venta de vinos artesanales. Nos quedamos ahí en la entrada, obviamente conversando con el chico que los vendía, como para justificar nuestra presencia. Nos dijo que era un chaparrón, muy común, que iba a pasar de un momento a otro… en una hora… o dos… Al rato, como no veíamos que la lluvia fuera a parar y teníamos bastante frío, degustamos un par de vinos… Tanto nos gustó que terminamos comprándole una botella. Una cosa lleva a la otra, y como no teníamos sacacorchos en el camping le pedimos que por favor nos lo destapara ahí, de paso brindábamos. Era un Mistela Moscatel Rosado riquísimo, dulce como un licor. Dos vasitos pequeños después, nos fuimos bajo la lluvia (que no había parado, obviamente) con el vino en una mano y el kilo de uvas en otra, metiéndonos en los charcos, cruzando una calle convertida en arroyo, pasando por entre medio de unos caballos que nos miraron con cara rara y muertas de risa por lo ridículo de la situación.
Llegamos al camping, donde encontramos a las chicas y a los chicos que ya habían llegado, guardados en el refugio (un galpón) al igual que medio camping, jugando al truco sentados sobre una puerta vieja. Me entretuve sacando fotos. Cuando paró de llover y abrió el cielo, armamos la carpa, al lado de la de los chicos. Después fuimos al centro a cenar, y luego de ochocientas vueltas aproximadamente, comimos en la misma esquina que las dos veces anteriores. Tanta indecisión, sumada al hambre atroz que tenía, me enchinchó bastante, por lo cual me fui a dar una vuelta sola y aproveché para llamar a casa y tratar de saludar a mi hermana por su cumpleaños. No la encontré, pero hablé con la más chiquita y la emoción de extrañar a alguien me calmó. Volví a la esquina para cenar. Después de comer fuimos algunos a tomar una cerveza en un barcito.
Para terminar el largo día, dos de mis compañeritos de carpa (mientras una ya dormía) intentaron volverme loca… Que va a llover y hay que hacer la canaleta; que andá a buscar la pala y yo la hago; que ahora no tengo ganas; bueno está bien, la hago; que quiero dormir en esta carpa porque la otra no tiene sobretecho; bueno pasemos las cosas; ahora no, mejor voy a dormir en la otra porque no puedo respirar; bueno volvamos las cosas; que te ayudo; que no te ayudo; que ahora me desvelé, vamos afuera a fumarnos un pucho… bueno, llevo el vino. Por suerte, lo que quedaba después del puchito era agarrarle con alfileres un plástico a la carpa sin sobretecho y meterme en la mía a dormir! Eso hice… ya empezaba a lloviznar. Menos mal que la canaleta alrededor de la carpa estaba hecha.

jueves, enero 25, 2007

9 DE ENERO - DIA 4

RUINAS QUILMES

Nos despertamos todos para ir a las ruinas de los Quilmes a las 10, pues habíamos reservado la excursión. Me desperté con un poco de sueño y otro poco de mal humor (nada del otro mundo, típico en mí) que se me fue con el lavado de cabeza que me dí en la pileta de lavar ropa con agua congelada. Después de eso y de un desayuno todos juntos, salimos en el auto y la camioneta que habían venido para nosotros. Partimos hacia las ruinas. En la caja de la camio, el viaje estuvo divertido, con mucho viento.
Las ruinas de esta ciudad indígena están en un cerro que se llama Alto del Rey, a 20 km (siempre aproximados, calculo) de Amaicha. Entrada: $2. Hay un pequeño museo arqueológico ahí en la base del cerro, que puede visitarse para conocer diversos objetos que se han encontrado en las excavaciones del lugar. Pero lo que los ojos realmente buscan está afuera y se extiende por el cerro desde el valle hacia arriba, a casi 2000 msnm. Al entrar te cuentan, en una (muy) breve charla, la historia de sus antiguos pobladores… Allí vivieron y resistieron durante años a todos sus enemigos… hasta que llegaron los españoles, los sometieron e hicieron marchar a los sobrevivientes a pie hasta Buenos Aires, para después fusilar allí (en lo que ahora es la localidad de Quilmes, justamente) a quienes lograron hacer el viaje completo. La historia es fuerte, lo son también los restos del lugar en el que vivieron. Gracias a la gran reconstrucción realizada, es mucho más fácil de comprender visualmente y de imaginar cómo fue el modo de vida de su población… cómo eran sus casas de piedra, sus patios, fortalezas, caminos y morteros comunes. Impresiona y emociona si uno tiene una gran capacidad de imaginarse todo. Fuimos lo más alto que nos bancamos (el sol nos partía la cabeza!), por uno de los costados, hacia donde los quilmes tenían uno de sus miradores para vigilancia, desde donde se ve todo el camino hacia allí y la ciudad entera. Cuando fuimos bajando, cruzamos las ruinas centrales (que son las reconstruidas que salen en todas las postales) y caminamos un poquito más hacia el otro lado del cerro, por donde hay más ruinas pero no han sido reconstruidas. Toda clase de plantas crecen alrededor y por sobre las piedras, en especial de la familia de los cactus. Mis alpargatas quedaron agujereadas, así como mis pies. Pero no importaban las espinas, ni el calor abrasante del sol… la sensación de estar pisando el mismo suelo que aquellos guerreros antiguos, de aquel pueblo sufrido pero fuerte, valía todo lo que habíamos andado. En algún lado quedan sus espíritus para siempre… y yo creo que es allí, en esas piedras, en esas plantas y en ese cerro… para siempre cuidando su ciudad.

AMAICHA DEL VALLE, A MEDIA TARDE

La camioneta y el auto nos pasaron a buscar para regresar a Amaicha. Esta vez preferí el auto. Lo bien que hice! Los otros se quedaron a mitad de camino porque la camioneta dijo "basta" y no quiso más. Tuvieron que hacer dedo, a pleno sol y ni medio arbusto en la ruta. Mientras tanto, en el camping, yo aproveché la espera y caminé un rato para hacer mi ofrenda a la Pachamama, como había aprendido: hice un pozo en la tierra, deposité mi regalo con mucho cariño y humildad, le dije una oración y cubrí el pozo con piedritas, formando una especie de pirámide. No fue mucho, pero fue desde el corazón… todo lo que la Madre Tierra da, hay que devolverlo de alguna manera… Los que habíamos vuelto, nos cansamos de esperar y fumar, por eso nos fuimos para el lado de la plaza, buscando un lugar para almorzar. El que ya teníamos visto quedaba a una cuadra de la plaza, un quincho con mesitas, bastante amplio y prolijo. Almorzamos tamales y empanadas. Al ratito llegaron los demás y también almorzaron.
De vuelta en el camping, las chicas empezamos a ordenar todo, guardar la carpa y armar nuestras mochilas otra vez. Había que ir a la plaza a esperar el bondi que nos arrojara en Cafayate. Compramos unos alfajorcitos y un agua para acompañar la espera. Era el adiós a la provincia de Tucumán. Los chicos quedaban en Amaicha, iban a ir al Remate y luego nos encontraríamos nuevamente en Cafayate.

CAFAYATE

Bienvenidos a Salta! Una hora después de subir al micro, bajamos en la cuna de los viñedos y las bodegas, en Salta. Después de cuadras y cuadras desde la parada hasta el camping municipal, llegamos y fuimos a nuestro dormi. Abrimos la puerta y una nube de mosquitos salió de adentro. Debo decir que imaginábamos algo un poco más espacioso para 5 personas. Pero no! Apenas entrábamos en las colchonetitas de las marineras; yo, por otro lado, apenas cabía en el pasillo que iba a ser mi cama. Una vez que logramos ordenar el rompecabezas de mochilas y bolsos en aquel hexágono, pateamos hasta el centro y recorrimos un poco las calles y la plaza central. Es una ciudad hermosa, llena de luces y calles prolijas, cuyos nombres llevan el auspicio de alguna bodega local. Caminando se hizo la hora de la cena y buscamos un lugar. En una esquina de una calle que zigzagueaba encontramos un pequeño restaurant con precios muy adecuados a nuestro modus vivendi. Al lado y enfrente había carnicerías tradicionales, como las de antes, las que todavía se pueden encontrar en algún barrio de Bs. As. Cenamos y luego seguimos caminando. Reservamos una excursión a Quebrada de las Conchas para la mañana siguiente, y un rato después nos quedamos escuchando un par de temas de un grupo folklórico que tocaba en la plaza. Momentos más tarde volvimos al camping y a dormir… Bue! Un decir, nomás...

miércoles, enero 24, 2007

8 DE ENERO - DIA 3

AMAICHA DEL VALLE

Llovió toda la noche, incluso en mis sueños y también adentro de la pieza: me despertó una gotera en la cabeza cuando di vuelta la cara a la mañana temprano. Como nosotras tres no habíamos conseguido pasajes para Amaicha por la mañana y las 2 chicas recién conocidas sí, nos levantamos con ellas y nos llevamos todo, por si quedaba lugar en el colectivo (El Aconquija) para viajar en ése que salía a las 8:30. Los chicos habían decidido quedarse y seguirnos a la tarde, aunque los despertamos con todos nuestros preparativos. Por suerte conseguimos viajar en un micro de refuerzo que salía junto al de las chicas. El viaje fue increíble, con unos paisajes de película… Subíamos poco a poco a través de los cerros, pasando por el centro blanco de una nube que cubría el camino completamente. El punto más alto (3.000 m, poco más, poco menos) y más lleno de nubes del camino por aquella zona, tiene por nombre Abra del Infiernillo (un abra es una abertura entre cerros). Y luego va bajando… y ahí abajito viene Amaicha del Valle.
Es un pueblo hermoso, según se cuenta y muchas veces puede observarse claramente, es la única comunidad indígena del Norte que todavía conserva unas cuantas costumbres de su pueblo ancestral, los diaguitas. El Aconquija nos dejó en una esquina frente a la plaza central, en donde nos recibió un cartel azul grande con detalles de Amaicha, su población, altura (2.000 m) y clima: "Días soleados durante el año: 360". Su gente se ve feliz.
De la plaza, una cuadra adelante y una a la izquierda llegamos al camping La Guarida, donde conseguimos un espacio pequeño pero cómodo para armar la carpa, y las otras chicas una pieza. Un camping chico, repleto de gente, pero muy tranquilo y con buena onda. Recomendable.
Todavía era de mañana y el día respetaba lo dicho en el cartel. Las 5 anduvimos averiguando para ir a El Remate, a 6 km (o un par más, dependiendo de la persona a la que preguntáramos, todavía no sabemos qué parámetros tienen para medir distancias… o sus km no son como los nuestros) por un camino que pasa por la localidad de Los Zazos (que tiene un dique grande, ahora casi seco, por lo cual escasea un poco el agua en la región). Compramos pan y fiambre para almorzar sanguchitos y nos paramos en una esquina por donde pasaba el colectivo para ir… Pero nos levantó una combi que nos cobraba la mitad por llevarnos hasta allá. Un paisaje para no perderse, definitivamente. Lo esencial: grandes piedras, cactus a montones y al fondo las cascadas de agua subterranea que alimentan el dique. En el camino que baja a las cascadas, me topé con un pequeño "embotellamiento de cabritas" (F*** dixit), que venían en dirección contraria y me dejaron congelada de la sorpresa, tanto como parecieron estar ellas, que de pronto dieron todas media vuelta y desaparecieron entre las piedras y los arbustitos. Llegamos a las cascadas finalmente, aunque el cansancio, el frío del agua y la cantidad que había, medio que nos amedrentó. Sólo estuvimos un rato por ahí chapoteando, y después volvimos para atrás, buscando una sombrita para almorzar tranquilas.
Después de comer ya pegamos la vuelta, esta vez a pie. Una vez más nos dimos cuenta de que la gente mide el kilometraje de una manera extraña, ya que el cartel al principio del camino pasadas las 2 horas o algo así, decía 8 km! En fin, fue larga la vuelta pero valió la pena. Aprovechamos para pasar por el dique de Los Zazos y ver cuánto habían bajado las aguas. La antigua arquitectura de las casas del camino nos llamó mucho la atención, todo adobe, cañas y madera. Encontramos una casa semi destruida y abandonada, con sus puertas abiertas que nos invitaban a entrar. Por supuesto que lo hicimos, y pasamos por sus piezas devenidas patios con techos derrumbados.
Al llegar a la plaza de Amaicha otra vez, vimos que nos quedaba bastante tiempo de la tarde y decidimos ir a visitar el Museo de la Pachamama con las fuerzas que nos quedaban (todo es arriba o abajo cuando uno está entre medio de los cerrros…). Amaicha también es conocida por su tradicional Fiesta de la Pachamama en febrero, celebración dedicada a la Madre Tierra; de ahí, supongo, el nombre del museo. Sin entrar en detalles poco simpáticos de mi opinión sobre el museo, diré solamente que es un lindo y amplio lugar para sacarse fotos y conocer de un gran pantallazo los símbolos más importantes de la cultura indígena. Vale buenos puntos la sala geológica y la maqueta de los Valles Calchaquíes. Pero lo demás… no es un edificio sino una obra de arte, no es un museo sino una galería de arte en la que el propio fundador y diseñador expone sus más bonitas esculturas y tapices. Nos cansamos mucho de la subida, la bajada y la caminata entera.
Cuando volvimos al camping, los chicos ya habían llegado y ocupado la pieza que, tan amablemente, les habíamos reservado nosotras. A eso de las 8 ya andábamos rodeando la plaza buscando lugar dónde cenar. El que más nos convenció a simple vista fue uno llamado la Esquina, atendido por su dueño, que se hacía llamar Peteniche o Pete… Un viejo que era un amor... "Yo no tengo ningún apuro, ustedes están apurados?" Se sentó con nosotros a mostrarnos fotos, postales y cartas de alrededor del mundo, de turistas que habían comido ahí. Un buen rato nos cayó muy bien este hombre que tan amigablemente atendía a todos sus clientes… pero cuando llegó el momento de la cuenta, y nos cobró mágicamente de más, sin pifiarle a ningún precio y sin que a ninguno de los 9 que éramos nos cerrara la cuenta. Tanto que le discutimos y de todas formas terminamos pagándole algo así como $8 de más, el Pete cerró su boca, y ni nos saludó cuando nos fuimos. La mala educación también existe en Tucumán. Se ve menos, pero existe.
Al rato dimos una vuelta por la plaza y, como no podía faltar, festejaban algo, con música y baile. Estuvimos escuchando un rato y luego nos apostamos en la esquina de la Oficina de Informes con unas cervecitas. En un momento las chicas tuvieron un encuentro con un burro (algo emocionado, aparentemente), que también nos encontramos nosotras un rato después a la vuelta. En el camping se había venido la música folklórica a pleno y, después de vaguear un rato más en la calle frente al camping, nos costó un poco dormir… Pero lo logramos!

7 DE ENERO - DIA 2


EL MOLLAR POR LA MAÑANA

Me despierto con un "Chicas, chicas! Miren!"… Y claro, en plena oscuridad, no teníamos ni idea de la vista que había: desde arriba, una bajadita hacia el valle y un fondo de cerros azulados. Todos nos fuimos despertando y poco a poco nos ubicamos en los escalones de la entrada, a desayunar con biscochitos y mate.
Ya que la idea de los siete era dejar El Mollar y seguir adelante, rearmamos nuestro equipaje y nos lo cargamos a la espalda. Siguiendo indicaciones tucumanas y un tanto contradictorias, bajamos hacia el hermoso Dique La Angostura, en cuyo amplio parque nos echamos un rato a disfrutar del sol y tomar unos mates más.
Pero pronto la ansiedad volvió a nuestros talones y, auto-bautizados como la Comunidad del Anillo, todos partimos hacia Tafi del Valle… CAMINANDO. Descartamos la ruta y con ella la posibilidad de hacer dedo aunque fuera por un trecho; lo que queríamos era seguir dentro de aquel pasiaje de pintura, y comenzamos a caminar en dirección a la ciudad que se veía tan lejos y tan pequeña. Era posible que aquella ciudad estuviera a tan pocos kilómetros? 5 ó 6? Lo creímos. Y caminamos. Primero fuimos bordeando el lago, luego siguiendo el arroyo, bajo el sol que ya subía la mañana. Paramos un par de veces para comer alguna fruta o recuperar aire. El camino iba variando con vacas, toros y caballos, incluso huesos y peces muertos. Lo único invariable era la mezcla de barro y mica que cuando uno se descuidaba llegaba hasta media pantorrilla y la distancia a la que seguíamos estando de Tafí, sin importar cuánto camináramos. Llegamos pronto a la conclusión de que se nos habían caído un par de kilómetros en el camino, y la nueva oferta aumentó a 9 km… Error otra vez! Parecía no terminar nunca pero, gracias al cielo, al final del recorrido comenzó una llovizna leve y refrescante que nos dio un poquito más de empuje.

TAFI DEL VALLE

Finalmente, después de APROXIMADOS 12 km, llegamos a Tafí del Valle, hermosa ciudad, prolija y limpia, en algún punto similar a Pinamar… llena de gente también prolija y limpia, además de muy bien vestida, que nos miraba extraño… Algunos, como si jamás hubieran visto unos mochileros embarrados, cansados y calcinados por el sol.
Nos sentamos en un bar a tomar y comer algo, mientras mirábamos la gente pasear y pensábamos si quedarnos o partir para Amaicha… La lluvia que comenzó en esos momentos, hizo que decidiéramos más rápido, de todos modos, había que descansar todo eso que habíamos caminado y no había ningún sentido en seguir viajando aquel día. Los chicos habían conseguido dónde quedarse y los seguimos. Ahora sí, en lo de Kike, estábamos en la verdadera casa de Gran Hermano, los 7 durmiendo en la misma pieza… por lo menos había espacio, 4 camas en cucheta y los demás en el piso.
La Comunidad se hizo más grande con dos chicas que encontramos ahí, al pasar al patio a lavar nuestras medias y zapatillas, sentadas ambas en unas camas antes del patio, en lo que vendría a ser la "pieza" en la que iban a dormir… pieza a la que le faltaba una pared, es decir, continuaba directamente en el patio… (Ni hay que decir que no durmieron ahí acompañadas por la lluvia, sino en la cocina, sobre un colchón de 2 plazas, acompañadas por la heladera) Nos quedamos charlando con ellas, que resultaron tener conocidos en común con algunos, y a partir de aquí, se incorporaron perfectamente a la Comunidad. Fuimos a cenar todos juntos a un galponcito cerca, y por $3 cada uno comimos empanadas con coca y cerveza! Mientras tanto, siguió lloviendo de a ratos… Más tarde, a dormir se ha dicho, y a esperar poder ir a Amaicha al otro día!!!!

martes, enero 23, 2007

6 DE ENERO - DIA 1

SAN MIGUEL DE TUCUMAN

Luego de aproximadamente 15 horas de viaje en micro desde Retiro, y habiendo pasado por 2 (o 3) películas, una bandejita con cosas para picar, una parada para desayunar y unas cuantas horas dormidas, llegamos a la ciudad de San Miguel de Tucumán al mediodía. Mezcla de San Telmo, Liniers y Constitución, la zona de la terminal de ómnibus y aledañas centrales, nos recibía con lluvia, no muy intensa, pero constante. Evidentemente algo quiso que nos detuviéramos allí un tiempo considerable, porque no encontramos pasajes para El Mollar hasta las 8 de la noche. Nos esperaba una lluviosa tarde gris en una ciudad desconocida y un tanto oscura. Con todo y mochilas comenzamos a caminar las calles, preguntando nos enviaron por una calle en la que al fondo se divisaba la entrada de algo… Algo así como un predio ferial muy antiguo, aparentemente abandonado y muy grande, incluso con una estatua de Jesús algo tenebrosa en el centro del lugar, que abría los brazos pero no indicaba dirección alguna. Tal vez no muy perdidas pero sí desorientadas, volvimos hacia atrás un par de cuadras y volvimos a encontrar el rumbo hacia nuestro primer y humilde objetivo: la Casita de Tucumán. Por módicos $3, entramos y recorrimos sus salas plagadas de muebles y objetos antiguos, de fotos y dibujos de otra época… Su interior y sus patios exteriores respiraban aire viejo. De cuando aquella ciudad era linda, era simple, su plaza era más espaciosa y sus edificios no habían sido demolidos ni mutilados para hacer calles.
No fue que nos cansamos, simplemente mucho más para ver no había y decidimos salir, mientras otros turistas como nosotras, seguían entrando. No parecía querer parar de llover y nuestras cosas comenzaban a mojarse bastante. Nos echamos momentáneamente en frente de la histórica casita y envolvimos mochilas en bolsas de residuos… segundos más tarde también nos envolvimos nosotras (mi impermeable estaba obviamente en el fondo de la mochila), y así disfrazadas paseamos por la capital del Jardín de la República. Llegamos a la plaza principal, la que habíamos visto en las imágenes del recorrido histórico en la Casita. Era evidente que algo de su espíritu había perdido, pero sin embargo seguía siendo una plaza de pueblo grande, con su iglesia y santo (San Francisco), enfrentando uno de sus lados y otros edificios municipales a su alrededor. Bajo la leve pero incómoda cortina de agua, volvimos a enfilar hacia la terminal para tomar algo y esperar el micro que nos llevaría hacia el Mollar.

EL MOLLAR

El camino hacia nuestro nuevo destino no era tan simple aparentemente… Fueron 2 horas y media de montaña rusa en un camino de un único carril angosto por la montaña. Curvas de 90° y un chofer amante de la velocidad, seguro en su recorrido e indiferente a nuestra inseguridad por lo desconocido, lluvia, noche cerrada, avisos de peligro de derrumbes y un cartel de película de terror: alumbrado por los faros del micro a través de las gotas que caían violentamente, sobre fondo verde y delante de un abismo completamente negro, se leía "Fin del mundo". Teníamos posiciones privilegiadas para el espectáculo que veíamos desde primeros asientos: una curva, un fondo negro, un borde de ripio mojado, una pared de montaña que se venía encima, otra curva… y así consecutivamente, en ese circular orden. Dentro del micro reinaba primero un pesado silencio de suspenso, luego algunas risas nerviosas que se fueron sumando unas a otras, y en algún momento casi todos los pasajeros estaban de pie o asomados a los asientos, disfrutando la adrenalina del viaje con caras extrañas. Una imagen para el recuerdo.
Finalmente, algunos con el estómago algo revuelto, llegamos a destino. No llovía, pero sí que estaba oscuro! No sabíamos dónde estábamos exactamente, era plena noche y nadie tenía idea para qué lado empezar a caminar… Luego de un puchito reparador, giramos y vimos un grupete de 4 chicos al lado nuestro, con expresiones similares a las nuestras. "Chicos, ¿no saben dónde dormir ustedes tampoco?" Ante la negativa que confirmaba la sensación compartida, nos caímos bien y nos repartimos buscando hospedaje para los 7 que éramos ahora. Después de un cansador recorrido con todos los bártulos, por todas las casas, hostels y campings, casi de casualidad (y porque a uno lo llamó la naturaleza en un puentecito perdido en medio de la oscuridad total) terminamos en una casa, con 3 piezas, baño y ducha caliente, sin saber si estábamos en el medio de un cerro, al pie del dique o en una isla imaginaria. Al terminar la odisea con semejante final feliz, decidimos ir a cenar todos juntos y brindar por la casa de Gran Hermano. Nos compramos unos choripanes que eran fuego puro (error de principiantes tal vez… allá todo pica, pareciera) y luego nos sentamos en un barcito afuera, cervezas semi-intomables y tibias de por medio. El Mollar nos recibía con fiesta, en la pequeña plaza, un festival de música popular o algo similar. Dimos una vuelta (o media) a la plaza y nos sentamos en otro barcito, a intentar con otras cervezas que esta vez estuvieron mejor.
Ya había sido mucho viajar y trajinar para el primer día, por lo tanto fuimos volviendo a nuestro nuevo hogar lentamente, para ir a descansar y levantarnos temprano al día siguiente para aprovechar el día. En la casa de Gran Hermano, los chicos se encerraron a discutir sus próximos pasos, y las chicas… las chicas sólo quieren divertirse, decía Cindy Lauper. Una ducha calentita antes de dormir, y a la camita!

viernes, enero 05, 2007

DO NOT DISTURB...

Llega el momento en que uno necesita un respiro... un break de todo esto que tanto molesta, que tanto ahoga, que tanto asfixia...
Un lugar más amplio en el mundo, con suficiente aire para dos pulmones y unos cuantos más! Un recreo para la vista, para los oídos y el resto de los sentidos... Un merecido descanso para el alma agotada.

Yo ya tengo el mío. Empieza en 5 horas...

Estaré de vacaciones!!!!!

Qué lindo!!!